Patria, socialismo o muerte
¡Venceremos!”
Escuela de Artillería del Ejercito “Coronel Diego Jalón”
¡Venceremos!”
Escuela de Artillería del Ejercito “Coronel Diego Jalón”
Cuando vi el letrero que sirve de antesala a la Escuela de Artillería “Coronel Diego Jalón” sentí que había perdido el tiempo de capacitación en la organización. Asumo que el letrero es producto de los profundos cambios que están operando en el país y que se manifiestan hacia lo interno de la Fuerza Armada Nacional en esa neblina conceptual que llaman el nuevo pensamiento militar bolivariano y que, según los chavistas ortodoxos, se expresa y materializa en la nueva doctrina militar del componente armado, que apelan como la Guerra Asimétrica.
Así como los componentes armados de la Fuerza Armada Nacional tienen unos estereotipos que los caracterizan e identifican; dentro de las armas y servicios del Ejército hay una tipificación y una caracterización que los institucionaliza y los proyecta en el tiempo de la corporación armada y en el alma de cada uno de sus integrantes. Es una manera cordial y afable de señalarlos e ingeniarlos en la vida corporativa.
Así, los infantes tienen fama de brutos, de terrícolas, de comerse literalmente el monte, de no saber leer una carta pero siempre llegan al destino de la operación, de trotar hasta el suicidio y marchar por montes y desfiladeros con mas equipo que neuronas para enfrentar al enemigo, para cerrar combate con el enemigo, mediante el fuego y maniobra, a fin de destruirlo o capturarlo o repeler su asalto por medio del fuego, combate cercano y contraataque. La infantería es la reina de las batallas. Eso es aquí y en todas partes.
Los blindados son menos sanguíneos que los infantes pero tan brutos como ellos. Tienen el alma de un mecánico y el espíritu de un buen gourmet, de allí su constitución geoide (achatados hacia los polos y abultados hacia el ecuador). En la vida de sus carros de combate, de sus vehículos a oruga y de sus tanques les va la vida de ellos. De allí el detalle por el tornillo, por la grasa, por el tanque alineado y oloroso a acondicionador de ambiente en el caney; presto para el desfile; aún cuando coincida que el comandante de la agrupación de parada este informando a la autoridad que terminó el acto, y tres o cuatro unidades estén lanzando chorros de aceite frente al publico o simplemente no quieran rodar mas. Un ejemplo de ello lo es el actual presidente de la republica y su vicepresidente. Ambos son blindados de alma, de mente y de espíritu; pero en mayor amplitud en el cerebro.
Los ingenieros son mas reposados; técnicos en su arquitectura mental, lo son también en el rendimiento físico. Antes de dar las seis vueltas reglamentarias al ovalo de la Escuela de Educación Física y Deportes para presentar el examen físico anual, sacan desviaciones estándar, limites cuando x tiende a 0, distribuciones lineales y promedios ponderados de los resultados de las evaluaciones de los últimos diez años, con su calculadora científica HP; simplemente para cuadrar los cronómetros en 16 o 17 segundos, lanzando el bofe por las fosas nasales y al borde del sincope cardiaco. Buenos para las matemáticas y los cálculos, todavía no le han conseguido la utilidad táctica al uso de los lanzallamas y en lo único que aciertan cuando calculan los puentes, es en los feriados que trae el calendario.
Los profesionales de los servicios técnicos son los “civilones” acostumbrados a la placidez de sus talleres y maestranzas donde se escudan para faltar a la formación de lista y parte. Son expertos en los cálculos de las prestaciones sociales y están al día de los depósitos pendientes en su cuenta bancaria. Se conocen al pelo los netos y las estimaciones presupuestarias para la próxima homologación de sueldos y salarios; conocen al dedillo el día que van a depositar el bono vacacional y el aguinaldo, leen primero que nadie la resolución de ascenso y le conocen los secretos a todo el mundo, por la vía de los conductores del servicio de transporte y los centralistas. Son los civiles prestados al mundo militar.
Los chamos de la aviación militar, son otro tipo de civiles. Son una mutación de todas las armas y servicios del Ejército en pilotos. Choferes del aire que gozan una bola trasladando a los jefes militares a lejanas guarniciones, comiendo sus mismos platillos y libando sus mismos güisquis de los buenos, con viáticos que envidian los infantes, y con una trayectoria profesional que les da un ascendiente entre las chamas, que ponen a suspirar los viejos generales que trasladan; a los que le revuelven el estomago cuando quieren desquitarse de una vieja boleta disciplinaria, con unas imaginarias turbulencias que pone a los jefes al borde del infarto.
Pero donde quiero entrar es con los artilleros. Esta es un arma que siempre ha querido estar por encima de las demás. Los artilleros dicen que son parte del arma de los fuegos profundos. Al artillero se le asocia como severo en la disciplina, afectado en sus relaciones; es el culito de la fuerza. Si pudiéramos aparejar al artillero con los otros componentes, la mejor vinculación es con los marinos, pero los de a bordo. Superficiales y etéreos en su aproximación, son capaces de exigir los dos pañuelos, el peine y el cortaúñas cada vez que confrontan a un subalterno. Exactos en el deber y en el cálculo de la deriva y la elevación, nunca colocan las granadas donde les indica el observador adelantado y generalmente es el primero al que baten en sus famosos fuegos de eficacia. Son conservadores por excelencia y el color que siempre los ha identificado dentro de la institución ha sido el rojo. Cómodos hasta que se les nubla la razón, siempre han restregado para envidia de los infantes, que ellos hacen la guerra con una cava de cervezas al lado del obús y del cañón.
Cuando leí el letrero que le manosean los artilleros, a los encamados que van al hospitalito del Fuerte Tiuna, me fui corriendo a revisar en el tomo I del Diccionario militar, aeronáutico, naval y terrestre de G. Cabanellas de Torres para buscar esa definición de artillería popular que bautiza la Escuela de Artillería. Conseguí una amplia variedad de definiciones; hay artillería a caballo, acorazada, aérea, antiaérea, antitanque, antitorpedera, atómica, de a lomo, de acero rayada, de acompañamiento, de aeronaves, de apoyo directo, de asalto, de bases navales, de batalla, de batir, de bronce, de campaña, de carril estrecho, de costa, de cuerpo de ejercito, de desembarco, de ejercito, de gran potencia, de grueso calibre, de la armada, de línea, de lucha cercana, de marina, de mediano calibre, de montaña, de pequeño calibre, de plaza, de posición, de sitio, de tracción automóvil, de tiro rápido, de trinchera, divisionaria, en campaña, flotante, hipomóvil, ligera, lisa, liviana, mecanizada, montada, motorizada, móvil, naval, pesada, rápida o móvil, rayada, rodada, sobre la vía férrea, subordinada, volante. Esas son las definiciones que contempla esa referencia…pero por ninguna parte conseguí eso de la artillería popular.
Yo sospecho que estos tiempos de cambio, de transformaciones como producto de la nueva doctrina de la Guerra Asimétrica, los artilleros han querido incorporar el concepto para adecuarlo a la guerra total y la defensa integral que esta mercadeando el tornapulérico general en jefe ministro de la defensa, para prevenirnos de la invasión del imperio con sus armas inteligentes, inteligencia electrónica, radares de punta, información satelital, su aviónica de avanzada, la guerra de las galaxias y los marines que son una suerte de hibrido entre Robocop y Conan El increíble; y para ello oponer la artillería popular que me imagino será con saltapericos, cohetones, silbadores, fuegos artificiales, bin ladem, matasuegras, luces de bengala, etc. y cuya activación generará la duda de si son para atacar al enemigo que nos invade, o para celebrar y darle la bienvenida al imperio por acabar con esta pesadilla que nos acosa desde hace 9 años.
Ahora voy más en serio. Yo creo que el Coronel Diego Jalón debe estarse revolcando en la tumba que esta gran jalada de bolas que hacen los artilleros en su escuela del Ejército, a la revolución bolivariana.
Creo que la aparición de esta nueva denominación artillera, lo que hace es justificar los niveles de adulancia y sumisión en que se ha postrado la institución militar ante el líder. Nos sentaremos a esperar que aparezcan los blindados soberanos, los infantes anti-imperialistas, los ingenieros socialistas, los servicios revolucionarios, la aviación asimétrica del ejército, etc.
Con esta jalada revolucionaria y bolivariana de activar el término de artillería popular el epónimo de Diego Jalón para la Escuela de Artillería esta justificado.
Así, los infantes tienen fama de brutos, de terrícolas, de comerse literalmente el monte, de no saber leer una carta pero siempre llegan al destino de la operación, de trotar hasta el suicidio y marchar por montes y desfiladeros con mas equipo que neuronas para enfrentar al enemigo, para cerrar combate con el enemigo, mediante el fuego y maniobra, a fin de destruirlo o capturarlo o repeler su asalto por medio del fuego, combate cercano y contraataque. La infantería es la reina de las batallas. Eso es aquí y en todas partes.
Los blindados son menos sanguíneos que los infantes pero tan brutos como ellos. Tienen el alma de un mecánico y el espíritu de un buen gourmet, de allí su constitución geoide (achatados hacia los polos y abultados hacia el ecuador). En la vida de sus carros de combate, de sus vehículos a oruga y de sus tanques les va la vida de ellos. De allí el detalle por el tornillo, por la grasa, por el tanque alineado y oloroso a acondicionador de ambiente en el caney; presto para el desfile; aún cuando coincida que el comandante de la agrupación de parada este informando a la autoridad que terminó el acto, y tres o cuatro unidades estén lanzando chorros de aceite frente al publico o simplemente no quieran rodar mas. Un ejemplo de ello lo es el actual presidente de la republica y su vicepresidente. Ambos son blindados de alma, de mente y de espíritu; pero en mayor amplitud en el cerebro.
Los ingenieros son mas reposados; técnicos en su arquitectura mental, lo son también en el rendimiento físico. Antes de dar las seis vueltas reglamentarias al ovalo de la Escuela de Educación Física y Deportes para presentar el examen físico anual, sacan desviaciones estándar, limites cuando x tiende a 0, distribuciones lineales y promedios ponderados de los resultados de las evaluaciones de los últimos diez años, con su calculadora científica HP; simplemente para cuadrar los cronómetros en 16 o 17 segundos, lanzando el bofe por las fosas nasales y al borde del sincope cardiaco. Buenos para las matemáticas y los cálculos, todavía no le han conseguido la utilidad táctica al uso de los lanzallamas y en lo único que aciertan cuando calculan los puentes, es en los feriados que trae el calendario.
Los profesionales de los servicios técnicos son los “civilones” acostumbrados a la placidez de sus talleres y maestranzas donde se escudan para faltar a la formación de lista y parte. Son expertos en los cálculos de las prestaciones sociales y están al día de los depósitos pendientes en su cuenta bancaria. Se conocen al pelo los netos y las estimaciones presupuestarias para la próxima homologación de sueldos y salarios; conocen al dedillo el día que van a depositar el bono vacacional y el aguinaldo, leen primero que nadie la resolución de ascenso y le conocen los secretos a todo el mundo, por la vía de los conductores del servicio de transporte y los centralistas. Son los civiles prestados al mundo militar.
Los chamos de la aviación militar, son otro tipo de civiles. Son una mutación de todas las armas y servicios del Ejército en pilotos. Choferes del aire que gozan una bola trasladando a los jefes militares a lejanas guarniciones, comiendo sus mismos platillos y libando sus mismos güisquis de los buenos, con viáticos que envidian los infantes, y con una trayectoria profesional que les da un ascendiente entre las chamas, que ponen a suspirar los viejos generales que trasladan; a los que le revuelven el estomago cuando quieren desquitarse de una vieja boleta disciplinaria, con unas imaginarias turbulencias que pone a los jefes al borde del infarto.
Pero donde quiero entrar es con los artilleros. Esta es un arma que siempre ha querido estar por encima de las demás. Los artilleros dicen que son parte del arma de los fuegos profundos. Al artillero se le asocia como severo en la disciplina, afectado en sus relaciones; es el culito de la fuerza. Si pudiéramos aparejar al artillero con los otros componentes, la mejor vinculación es con los marinos, pero los de a bordo. Superficiales y etéreos en su aproximación, son capaces de exigir los dos pañuelos, el peine y el cortaúñas cada vez que confrontan a un subalterno. Exactos en el deber y en el cálculo de la deriva y la elevación, nunca colocan las granadas donde les indica el observador adelantado y generalmente es el primero al que baten en sus famosos fuegos de eficacia. Son conservadores por excelencia y el color que siempre los ha identificado dentro de la institución ha sido el rojo. Cómodos hasta que se les nubla la razón, siempre han restregado para envidia de los infantes, que ellos hacen la guerra con una cava de cervezas al lado del obús y del cañón.
Cuando leí el letrero que le manosean los artilleros, a los encamados que van al hospitalito del Fuerte Tiuna, me fui corriendo a revisar en el tomo I del Diccionario militar, aeronáutico, naval y terrestre de G. Cabanellas de Torres para buscar esa definición de artillería popular que bautiza la Escuela de Artillería. Conseguí una amplia variedad de definiciones; hay artillería a caballo, acorazada, aérea, antiaérea, antitanque, antitorpedera, atómica, de a lomo, de acero rayada, de acompañamiento, de aeronaves, de apoyo directo, de asalto, de bases navales, de batalla, de batir, de bronce, de campaña, de carril estrecho, de costa, de cuerpo de ejercito, de desembarco, de ejercito, de gran potencia, de grueso calibre, de la armada, de línea, de lucha cercana, de marina, de mediano calibre, de montaña, de pequeño calibre, de plaza, de posición, de sitio, de tracción automóvil, de tiro rápido, de trinchera, divisionaria, en campaña, flotante, hipomóvil, ligera, lisa, liviana, mecanizada, montada, motorizada, móvil, naval, pesada, rápida o móvil, rayada, rodada, sobre la vía férrea, subordinada, volante. Esas son las definiciones que contempla esa referencia…pero por ninguna parte conseguí eso de la artillería popular.
Yo sospecho que estos tiempos de cambio, de transformaciones como producto de la nueva doctrina de la Guerra Asimétrica, los artilleros han querido incorporar el concepto para adecuarlo a la guerra total y la defensa integral que esta mercadeando el tornapulérico general en jefe ministro de la defensa, para prevenirnos de la invasión del imperio con sus armas inteligentes, inteligencia electrónica, radares de punta, información satelital, su aviónica de avanzada, la guerra de las galaxias y los marines que son una suerte de hibrido entre Robocop y Conan El increíble; y para ello oponer la artillería popular que me imagino será con saltapericos, cohetones, silbadores, fuegos artificiales, bin ladem, matasuegras, luces de bengala, etc. y cuya activación generará la duda de si son para atacar al enemigo que nos invade, o para celebrar y darle la bienvenida al imperio por acabar con esta pesadilla que nos acosa desde hace 9 años.
Ahora voy más en serio. Yo creo que el Coronel Diego Jalón debe estarse revolcando en la tumba que esta gran jalada de bolas que hacen los artilleros en su escuela del Ejército, a la revolución bolivariana.
Creo que la aparición de esta nueva denominación artillera, lo que hace es justificar los niveles de adulancia y sumisión en que se ha postrado la institución militar ante el líder. Nos sentaremos a esperar que aparezcan los blindados soberanos, los infantes anti-imperialistas, los ingenieros socialistas, los servicios revolucionarios, la aviación asimétrica del ejército, etc.
Con esta jalada revolucionaria y bolivariana de activar el término de artillería popular el epónimo de Diego Jalón para la Escuela de Artillería esta justificado.
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