El afán de rebautizarlo todo, la urgencia de nuevas referencias, el cambio para que nada cambie, el imaginario gatopardiano, la revolución¿
Desde que se estrenó en el poder nueve años atrás, el presidente Chávez prometió dar un vuelco al país y en esa empresa adoptó dos categorías discursivas para explicar la historia: la cuarta y la quinta República. La suya, la quinta, insiste en su empeño de crear un nuevo marco de referencia a través de cambios en la ideosincracia, los símbolos patrios, las calles, las estatuas, las instituciones, los ministerios y el país.
Tal premura tiene un nombre en la teoría de la opinión pública: Propaganda de integración.
El profesor universitario Iván Abreu asegura que el presidente Chávez a través de su interés de transformar los íconos, símbolos y referentes pretende crear un nuevo sistema de valores y un nuevo marco de referencia de acuerdo con la ideología que pretende imponer.
Su necesidad de instaurar un sistema de corte socialista pero también con rasgos claros de nacionalismo pasa por sustituir nombres y crear nuevas estructuras, muchas veces paralelas a las ya existentes. El ejemplo más claro en este sentido son las misiones sociales creadas de forma paralela a la estructura de salud y educación del país.
La propaganda de integración, explica Abreu, existe en todo sistema político y en principio corresponde a la propaganda gubernamental, sin embargo, en los gobiernos autoritarios es mucho más evidente. "En este tipo de situaciones cuando hay un gobierno autoritario se hace mucho más obvio la prisa por hacer los cambios. Donde hay una intención de hacer una transformación se da un intento más sistemático de este tipo de propaganda. Por eso vemos ahora estatuas del Che Guevara, cambios de nombres de calle como la Páez en El Paraíso, que ahora se llama Teherán, cambios de nombres de parques, de represas, de autopistas y ni hablar de los símbolos patrios, del nombre del país, de los ministerios, del cambio de la moneda, del mismo papel moneda, de tantas cosas...", indicó Abreu.
El sistema de referencia que se pretende cambiar, señala el especialista, ha servido de muro de contención para evitar que esta propaganda de integración sea más intensa. Abreu se refiere a los medios comunicación privados, a las universidades, a la misma sociedad que se ha opuesto a esta idea de renombrar y transformar "para que todo siga más o menos igual".
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