El pueblo ha sido para Chávez una coartada que le ha facilitado teatralizar el simulacro de benefactor social en el que el soberano funge como decorado y no como protagonista del ansiado cambio social. Cuando después de la elección presidencial del 2006 se vio ahíto de poder, anunció su plan del "Socialismo del Siglo XXI", copia burda del modelo cubano, a sabiendas de que el pueblo lo rechazaba masivamente, como revelaban todas las encuestas.
Logrado el poder total, el simulacro ya no era necesario. Por eso cerró RCTV a pesar de los masivos ruegos populares para seguir disfrutando del canal que por más de medio siglo había sido un huésped grato y deseado en sus hogares. Caída la piel de cordero, el lobo mostró sus fauces. Quería ser presidente vitalicio de Venezuela y emperador continental. Rodeado de adulantes creyó que el soberano era una plastilina maleable a su antojo y que las misiones le servían para declararse dueño de las conciencias de sus beneficiarios. La derrota del 2D parece no haberle sacado aún de su error.
Ante el caos de gobernabilidad que hoy presenta el país, expresado en desabastecimiento e inseguridad crecientes, inocultable crisis financiera y de producción de Pdvsa, corrupción e ineficiencia gubernamentales, el lobo intenta disfrazarse de nuevo. Los rasgos atípicos de su personalidad -de los cuales no podemos hablar por prohibición del Ministerio de Salud- lucen exacerbados estos días. Regaña y hasta insulta públicamente a sus ministros a causa de sus ya inocultables muestras de impericia y corrupción. ¿Se preguntará Chávez quién es el responsable de que, a nueve años de su mandato y con los presupuestos más altos de la historia, los venezolanos no encontremos leche ni, otros muchos rubros de la dieta diaria y que los hospitales estén en ruinas y su personal médico y paramédico protestando en las calles? ¿Qué méritos ha exigido Chávez a quienes han desfilado por la casi treintena de ministerios de su dislocado Gobierno? ¿Les ha pedido experiencia y probidad, o sólo que hayan sido sus compañeros del golpe del 4F o lanzadores de bombas en la UCV y recitadores de la jerga de los "fundos zamoranos", "desarrollo endógeno", "fondos agrarios socialistas" y "motores del socialismo del siglo XXI", adobados con el grito de "¡Uh, ah, Chávez no se va!" y "Patria, socialismo o muerte"?
Convencido de que si controla todos los medios de comunicación el pueblo (al que Chávez cree tonto) regresará al redil y no percibirá el hambre del desabastecimiento, ni al hampa que siega sus vidas, ha dado la orden a su reestrenado ministro de Propaganda de que equipe con modernísima tecnología y abundante presupuesto a unos medios "alternativos" que engrosarán la enorme red oficial que muy pocos ven o escuchan. Durante la inauguración de la nueva parafernalia mediática, Chávez llamó por teléfono a su ministro del Minci y éste acudió al altavoz de su celular para que los "69 grupos de producción audiovisual comunitaria" escuchasen "unas reflexiones para la batalla que se está dando", como las calificó el gran comunicador de la República. De seguidas leyó el editorial del DiarioVea que Chávez hizo suyo: "No permitamos `por nada del mundo que esta batalla de ideas vaya a vulnerar nuestro proceso. ¡Vayan por la verdad! Critiquen al Gobierno, critiquen a Chávez, critiquen a los ministros (¿) una corrupción desatada aquí, identifiquen al enemigo y ataquen duro, organizados". El orador concluyó ordenando "hacer uso de los cañones comunicacionales para la batalla por la verdad; estamos batallando por la dignidad, por el futuro de la juventud".
La farsa está al desnudo. Poco antes Chávez había dado el espaldarazo a los directores de la Disip y de la DIM, moralmente cuestionados por los casos del maletín (el primero) y denuncias internacionales sobre la supuesta vinculación al narcotráfico y a la guerrilla (el segundo); calla ante la quiebra financiera de Pdvsa y simula achacársela al imperio. Para colmo, el mismo día de las "reflexiones" Tascón es expulsado del PSUV por haber denunciado una presunta corrupción en el Minfra. ¿Recuerdan lo ocurrido al joven del barrio Federico Quiroz que se atrevió a decirle en un Aló a Chávez que sus ministros le estaban engañando? ¿Por qué creen que salieron Vielma Mora y JVR, entre otros? Porque Chávez no acepta las críticas (ni externas, ni internas) y termina execrando a quienes las emiten.
El pueblo que Chávez creyó rebaño, está alzado. No necesita que Globovisión le muestre los estantes vacíos en los mercados, o los crímenes de los barrios, o las camionetotas de los falsos revolucionarios. El pueblo ve el desastre con sus propios ojos. Pero Chávez sigue creyendo que si cierra Globovisión la gente volverá a amarlo. Craso error. Si cierra Globovisión precipitará su fin.
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