20 febrero 2008

Renunció Fidel Castro. No hay mal que dure 100 años...


Renuncia de Castro cierra capítulo en historia de Cuba

LA HABANA (AP) - Fidel Castro cerró el martes un capítulo de la historia cubana al renunciar a la presidencia y abrió un compás de espera sobre la magnitud de cambios que podrá promover o no su más probable sucesor, su hermano Raúl.

"A mis entrañables compatriotas, que me hicieron el inmenso honor de elegirme en días recientes como miembro del Parlamento... les comunico que no aspiraré ni aceptaré, repito, no aspiraré ni aceptaré, el cargo de presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe", expresó el mandatario en un comunicado publicado en los medios de prensa oficiales, en referencia a la instalación de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Los 614 diputados del parlamento --elegidos en enero-- sesionarán el domingo y en su orden del día estará renovar el mandato al Consejo de Estado y su liderazgo, un cargo que Fidel Castro ostenta desde la creación del mismo en 1976.

"Mi deseo fue siempre cumplir el deber hasta el último aliento. Es lo que puedo ofrecer", escribió Castro, pero "traicionaría por tanto mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer".

"Era incómoda mi posición frente a un adversario que hizo todo lo imaginable por deshacerse de mí y en nada me agradaba complacerlo", comentó Castro al referirse a Estados Unidos.

Castro, de 81 años de edad, no ha sido visto en público desde julio del 2006 cuando fue sometido a una serie de operaciones y delegó poderes interinamente en su hermano, el vicepresidente Raúl Castro.

Paralelo al alejamiento de Fidel, Raúl comenzó a inaugurar un estilo diferente de gobierno, tan comunista como su hermano pero con fama de pragmático y sensible a las necesidades de la gente.

Críticas a la falta de productividad del sistema, leyes para simplificar trámites o debates sobre lo que se debe modificar para mejorar el socialismo caracterizaron estos 19 meses de la administración provisional.

También se registraron mejoras en el transporte y la vivienda, o el pago a los agricultores para estimularlos a producir más alimentos.

Tras conocerse la noticia todo permanecía en calma en la isla, los niños iban al colegio con sus uniformes rojos y blancos, mientras miles de trabajadores acudían a laborar y los comercios abrían sus puertos normalmente.

En general, aunque sorprendidos por la noticia, los cubanos apoyaban la decisión de su comandante en jefe.

Hacia el mediodía en la televisión se leyó el comunicado de Castro y se transmitieron opiniones de ciudadanos, algunos con voz temblorosa y mucha emotividad, a favor del mandatario.

Algunos líderes de los pequeños y fragmentarios grupos disidentes internos remarcaron su deseo de que en esta coyuntura se abra la posibilidad de cambios en el modelo de la isla.

Oswaldo Payá, del opositor Proyecto Varela aseguró que se trataba de un "día histórico" pero aclaró cautelosamente que "el cambio de persona no significa cambio de sistema".

Importantes defensores del presidente también hicieron oír sus opiniones en Cuba.

"Fidel es más que un hombre. Es una idea y un programa de acción...y las ideas como escribió nuestro Héroe Nacional José Martí son trincheras más fuertes que las de piedra", dijo el escritor Miguel Barnet, uno de los intelectuales más prestigiosos de la isla en un foro de internet convocado coincidentemente para el martes por la cancillería con invitados de la Feria Internacional del Libro.

Junto a él estuvo el escritor gallego Xosé Neira Vilas, quien residió varios años en la isla y llegó ahora para el evento editorial: "El relevo presidido por el mismo Fidel no significa que la Revolución desaparezca ni mucho menos. La Revolución es firme, un faro para América Latina y para el mundo", señaló.

El exilio cubano de Miami reaccionó alegremente a la noticia de la renuncia al poder de Fidel Castro, pero la mayoría vaticinó que no llegará un cambio político real a la isla hasta que caiga el comunismo.

Desde Africa, donde se encuentra de gira, el presidente estadounidense George W. Bush dijo que la decisión de Fidel Castro debe ser el inicio de "una transición para el pueblo cubano".

El subsecretario de Estado John Negroponte dijo que Estados Unidos no levantará en el futuro inmediato el embargo contra Cuba pese a la renuncia de Fidel Castro. Las sanciones contra la isla buscan un cambio en el modelo político.

Desde que delegó poderes a su hermano, la salud del líder y el futuro de la única nación comunista del hemisferio han sido objeto de toda suerte de especulaciones, dentro de la isla pero sobre todo en el exterior.

Sin embargo, Castro apareció en estos meses esporádicamente en la televisión, en videos difundidos por la prensa recibiendo a mandatarios extranjeros, como los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela o Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil.

También escribía largos editoriales, con sus opiniones sobre diversos temas internacionales. Castro aseguró en esta ocasión en su comunicado que continuará con esta actividad.

No quedó claro quién ocupará el máximo cargo o si se hará definitivo el traspaso a su hermano Raúl, de 76 años de edad, pero la renuncia ciertamente abre las puertas para una toma de posesión definitiva del menor de los Castro.

"Afortunadamente nuestro proceso cuenta todavía con cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución", comentó el mandatario en el comunicado.

Tampoco se mencionó cuál será el futuro de Fidel Castro. Incluso renunciando, sigue siendo diputado al parlamento y es probable que sea reelegido como miembro del Consejo de Estado el domingo.

Fidel Castro nació el 13 de agosto de 1926. En su juventud se convirtió en un carismático líder estudiantil. En 1953 dirigió el fallido asalto al Cuartel Moncada, una iniciativa que dio impulso a su movimiento rebelde y al derrocamiento del dictador Fulgencio Batista en 1959.


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Calma demuestra que Castro logró preparar a los cubanos

LA HABANA (AP) - Inicialmente, Humberto entró en pánico cuando se enteró que Fidel Castro abandonaría la presidencia de Cuba. Se cercioró de que no se haya cortado la luz ni el agua en su panadería, y se preguntó si llegarían las raciones de leche para sus dos hijos.

Entonces cerró la tienda y se fue de pesca.

"Hay mucha gente que sí está triste, pero no pienso que vaya a ver muchas lágrimas porque se esperaba esto. Fidel está enfermo hace mucho tiempo ya", expresó el panadero de 25 años de edad.

Cuba reaccionó con calma al anuncio de que Castro no aceptaría una nueva elección como presidente, algo asombroso si se toman en cuenta las antiguas profecías de que la isla se hundiría en disturbios y caos y que los cubanos huirían masivamente por mar. No había colas en las gasolineras, no había nadie comprando comida apresuradamente. Los trabajadores fueron a sus fábricas y los niños fueron a la escuela con sus uniformes revolucionarios rojiblancos. La televisión estatal transmitió telenovelas y documentales históricos.

El martes fue un día como cualquier otro en Cuba _ lo que demuestra el éxito que tuvo el gobierno en preparar a la ciudadanía y al mundo para la despedida política del "líder máximo 3/8.

La campaña comenzó en julio del 2006, cuando Castro fue operado de emergencia por un problema intestinal que nunca fue bien explicado. El líder cubano divulgó entonces una carta diciendo que cedía "temporalmente" el poder a su hermano menor Raúl, pero aparecía esporádicamente en videos y fotografías difundidas para contrarrestar los rumores de su muerte.

Las autoridades insistían en que Castro estaba convaleciente, incluso cuando no apareció en público en actos importantes como el desfile del Primero de Mayo en La Habana. Castro escribía verborrágicos ensayos y columnas periodísticas varias veces a la semana en su nueva función de columnista en jefe.

El Día de la Revolución de julio pasado fue Raúl, no Fidel, quien pronunció el tradicional discurso a la nación, en el que invitó a los cubanos a quejarse públicamente cuando descubrían problemas en el manejo estatal de la economía y dijo que habría "cambios estructurales" en el sistema socialista, sin aclarar en qué consistían.

El menor de los Castro consolidó gradualmente su poder y ocupó sus funciones como timonel del estado, en tanto su hermano guardaba silencio, salvo por esas columnas que generalmente tenían poco que ver con el presente o el futuro de Cuba.

Fidel Castro parecía casi deprimido al anunciar su retiro, afirmando en un mensaje al pueblo cubano que había querido renunciar hace tiempo, pero que no se lo permitían. Se jactó de que conspiró para preparar gradualmente al pueblo para su partida.

"Me preocupo siempre al hablar de mi salud, evitar ilusiones que en el caso de un desenlace adverso traerían noticas traumáticas a nuestro pueblo en medio de la batalla", escribió. "Prepararlo para mi ausencia sicológica y políticamente era mi primera obligación después de tantos años de lucha".

La campaña funcionó. Muchos cubanos expresaron tristeza, y otros esperanzas de cambio el martes. Pero nadie parecía temer un estallido repentino, ni menos aún el derrumbe total del sistema socialista.

"La gente no quiere disturbios y no se van a lanzar a pedir nada en la calle porque están conformes con lo que tienen", dijo Rainer Aguilera, un ingeniero de 27 años que venía de acompañar a su madre a una consulta médica en una de las clínicas gratuitas.

El presidente estadounidense George W. Bush y líderes disidentes en la isla han exhortado al pueblo a sublevarse contra el gobierno. Muchos cubanos desean fervientemente que se produzcan reformas económicas o sociales que pudieran consolidarse en ausencia del mayor de los Castro, pero Aguilera dijo que distarían mucho de ser una reforma política en gran escala.

"Cambios vendrán, probablemente no sean los que quieren otras gentes del mundo".

Humberto, el panadero, quien al igual que muchos cubanos se negó a revelar su apellido a un periodista extranjero, dijo que la vida cotidiana suele ser dura en la isla, pero que el mercado libre y la globalización podrían ser peores.

"Yo me he adaptado a vivir así. Es lo que conozco. Yo veo como va el desarrollo humano en otras partes del mundo y no me convence de que el cambio es algo bueno", sostuvo.

Yahoo! Noticias

Castro le deja el camino libre a Raúl

La Habana.- "¿Que Fidel renunció?, imposible, ¡renunció el comandante en jefe!", exclamó Dayron Clavellón, quien como muchos cubanos quedó impactado ante el anuncio de Fidel Castro de no aceptar un nuevo mandato presidencial tras regir durante casi medio siglo la vida en la isla.

"Sabíamos que esto iba a suceder algún día, y ahora que es una realidad, es impactante", dijo afligido Clavellón, un modelo de 20 años tras pasar con amigos una larga noche bohemia en el Malecón de La Habana, y enterarse de la noticia, relató AFP.

"¡Renunció Fidel, carajo!... !le vamos a echar de menos!", comentó Dubael César, músico de 27 años, quien considera sin embargo que tras la renuncia del líder cubano "todo quedará igual" en Cuba.

La noticia de la renuncia de Castro, de 81 años y convaleciente hace 19 meses de una crisis de salud, fue plasmada en primera plana en los diarios Granma -órgano del Partido Comunista- y Juventud Rebelde, y leído en la radio y televisión locales, que también divulgaron opiniones de cubanos.

"A mis entrañables compatriotas les comunico que no aspiraré ni aceptaré -repito- no aspiraré ni aceptaré el cargo de presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe", dijo en un mensaje fechado el lunes.

En medio de sus dificultades cotidianas, muchos cubanos han minimizado la trascendencia de la sesión del Parlamento que definirá el domingo la cúpula de Gobierno para los próximos cinco años, y sólo hablan de los cambios prometidos por Raúl Castro.

"La cosa está mala y estamos pidiendo cambios a gritos; medidas sabias, de rápido impacto y sin preámbulos", comentó Aída, una ingeniera de 42 años que vende café "por la izquierda" (mercado negro) para ayudar a mantener a su familia.

"La gente quiere ver mejoras. Hay que acabar de resolver los problemas (transporte, alimentación y vivienda). ¿Cómo? No sé", dice a regañadientes Nadia Gómez, en la céntrica avenida Línea de La Habana.

Pero para Pablo Guzmán, un taxista ilegal de 22 años, "los cambios ya comenzaron hace tiempo" con Raúl, que asumió el mando provisional de Cuba el 31 de julio de 2006 por la enfermedad de Fidel.

"La gente habla más abiertamente de los problemas, la prensa también los aborda, incluso los de la salud y la educación -emblemas de la revolución-, y esto ya es un cambio", afirma.

El reclamo alcanza a todos los sectores de la sociedad cubana. Y es que los cubanos se enfrentan a varias realidades dentro de su entorno: los verdaderos problemas económicos y el político que luchará por erradicar los males, ya denunciados por Fidel, que han debilitado la Revolución Cubana.

Castro deja Cuba en manos de un equipo de líderes comprometidos con el proyecto socialista que él levantó a sólo 150 kilómetros de su enemigo EEUU, al que acusa de tramar más de 600 planes para asesinarlo.

Los cubanos, habituados a su ausencia de un año y medio, se asomaron con calma e incertidumbre al futuro sin el comandante que los ha gobernado desde la Revolución de 1959.

"Nadie es eterno. Él es la máxima figura en Cuba, pero tiene que darle paso a otras generaciones", comentó un residente de La Habana. Ayer, quizá, los cubanos se hicieron su mayor pregunta: "¿qué viene ahora?".

Para EEUU, liberar a los presos políticos sería el "primer paso" en el camino de los cambios.

El Universal

Fidel no regresa al poder

“Traicionaría mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer”, escribió Fidel. Su retiro abre la puerta a reformas económicas, dentro de los límites del socialismo, según analistas. Mientras él viva, la revolución se mantendrá. Su hermano Raúl, el más seguro sucesor. Pero tiene 76 años y difícilmente estará en el poder por un largo ciclo. El interrogante es ¿qué vendrá después de él? Fidel Castro Ruz, el único mito vivo de la historia, como dijo Luis Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, anunció ayer su decisión irrevocable de dejar el poder en Cuba. Tras cinco décadas de gobernar en la isla, enfrentar a 10 presidentes de Estados Unidos, luchar contra el bloqueo económico impuesto por la Casa Blanca, por casi medio siglo; Fidel deja una compleja herencia. Los analistas reconocen los excelentes resultados, los mejores de América Latina, en salud, incluidos los avances científicos en este campo, y cobertura educativa, entre otros. Pero también cuestionan la represión a la disidencia, el exilio de dos millones de cubanos, el control de todo el aparato del Estado y la incapacidad para resolver problemas crónicos como el del transporte o la pobreza generalizada, situación de la que Castro siempre acusó a Estados Unidos por el llamado bloqueo. Su casi seguro sucesor será su hermano Raúl, de 76 años, quien el próximo domingo debería ser confirmado, en votación, por la Asamblea Nacional.

Precisó que “no está en condiciones físicas” para ocupar esta responsabilidad. Finalizan 49 años como Presidente de la isla. EE UU pidió apertura democrática en La Habana.

“Les comunico que no aspiraré ni aceptaré —repito— no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe”, más claro y contundente imposible, en pocas palabras, Fidel Castro le dijo a su pueblo cubano y al mundo que llegó el momento de dar un paso al costado.

Tras 49 años al frente del timón en la isla, “el único mito vivo en la historia de la humanidad”, como lo definió Luiz Inácio Lula Da Silva, y protagonista de la historia del siglo XX, a la altura de Winston Churchill, Joseph Stalin y Franklin Roosvelt, explicó ayer sin dramatismo que “traicionaría a su conciencia ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total que no estoy en condiciones físicas de ofrecer”.

La renuncia de Castro se conoció a través de una de las Reflexiones del Comandante en Jefe, que escribe para el Granma, desde hace un año, cuando inició la recuperación de un trastorno intestinal que lo llevó a ceder el mando provisionalmente a su hermano Raúl, ministro de Defensa, el 31 de julio de 2006.

Detrás de casi cinco décadas al frente del Gobierno, Fidel es el único líder al que conocen cinco generaciones de cubanos, quienes bajo su régimen, según los analistas, han disfrutado de un sistema de salud diseminado a través de todo el país, una educación que prevé la inclusión de todos los cubanos en la universidad y avances significativos en el área científica de medicamentos.

Pero también han sabido soportar, en opinión de los expertos, los rigores de un Gobierno que poco tolera la disidencia en un país con severos problemas de transporte, donde sus habitantes deben solicitar permiso para viajar al exterior, ajustarse al rigor de un abastecimiento alimenticio limitado y el desarrollo de un sector turístico que sólo incluye a los extranjeros con dólares y que le cierra las puertas a los cubanos.

El Gobierno de Cuba ha insistido en que buena parte de sus problemas están asociados al embargo que, desde 1962, le impuso Estados Unidos y que, el propio Washington, se encargó de ratificar ayer atando su desaparición a “la apertura de elecciones libres y democráticas en la isla”, dijo su más enconado rival, el presidente de EE UU, George W. Bush, quien se encontraba en África, hasta donde rápidamente llegaron los ecos de la noticia.

“Creo que el cambio de Fidel Castro debería dar inicio a un período de transición democrático. Estados Unidos ayudará a los cubanos a obtener las bendiciones de la libertad”, agregó Bush.

En el otro lado de la balanza, China, un histórico aliado del Mandatario cubano, no escatimó en elogios para quien llamaron “un viejo amigo”.

La Cancillería de Pekín, apenas se conoció la renuncia, se apresuró a decir: “El presidente Castro es un dirigente revolucionario profundamente amado por el pueblo cubano y también un viejo amigo del pueblo chino (...) China y Cuba son países amigos, China continuará consolidando y desarrollando sus relaciones de cooperación amistosa”.

En los últimos años, Cuba y la administración Castro encontraron un nuevo aliado: Venezuela y el presidente Hugo Chávez, con quien ha puesto en marcha una dinámica y estrecha relación comercial, acompañada por una estrategia geopolítica que dio paso a la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), como una alternativa al Tratado de Libre Comercio (Alca), impulsado por la Casa Blanca.

Las reacciones a la renuncia se sucedieron una tras otra, desde los cinco continentes, era como si el mundo se hubiera puesto de acuerdo para hablar sobre un hombre al que ni EE UU, su mayor obsesión, ni sus enemigos internos, ni siquiera la caída de la URSS, hace casi tres décadas, pudieron apartar del poder durante más de casi cinco décadas.

El anuncio de ayer abre, además, una interrogante ante el pueblo cubano y la comunidad internacional, ¿qué sucederá en Cuba sin Fidel en la presidencia?.

Raúl Castro Ruz, respondería cualquier cubano, pero a sus 76 años podría significar una pequeña transición, per a su alrededor hay una dirigencia no combatiente y joven, integrada por Carlos Lage, el vicepresidente del Consejo de Estado; Felipe Pérez Roque, canciller; entre otros, quienes sin cargar un rifle se han formado al interior de la revolución y ya ocupan cargos descollantes en la isla.

Sobre el tema, el Comandante en Jefe no dio muchas pistas, en su reflexión de ayer, se limita a decir: “Hay que dejarle espacio a los cuadros de la vieja guardia, junto a otros que eran muy jóvenes cuando se inició la primera etapa de la Revolución.

Algunos casi niños se incorporaron a los combatientes de las montañas y después, con su heroísmo y sus misiones internacionalistas, llenaron de gloria al país. Cuentan con la autoridad y la experiencia para garantizar el reemplazo.

Dispone nuestro proceso de la generación intermedia que aprendió junto a nosotros los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución”.

Para conocer al sucesor del Comandante en Jefe ya no habrá que esperar mucho, el próximo domingo, los 614 diputados del Parlamento —incluido Fidel Castro— sesionarán y renovarán al Consejo de Estado y su liderazgo.

Diario Panorama

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