Según la encuestadora Datos, Chávez tiene un apoyo del 34%, sólo equiparable con los numeritos negros, para él, de los años 2001-2002, pero en la acera del frente, es tal la ausencia de un liderazgo personal, que la popularidad, expresada en términos genéricos (oposición) está en el 27%.
Esto, desde la perspectiva de las elecciones de noviembre, no resulta tan grave si consideramos que la gente se va a decidir entre líderes regionales, de Gobierno o de oposición y la escogencia estará determinada por factores específicos de cada municipio y estado. Con el agravante, para el chavismo, de que la figura caudillesca que en un momento dado les sirvió de portaaviones en torneos electorales anteriores, en esta oportunidad puede jugar, incluso, en contra de sus aspiraciones.
Otro factor que atenta contra el bloque opositor es la posibilidad de que en algunos casos no se produzca la unidad deseada y la división, con la consecuente dispersión del voto, provoque el triunfo del chavismo. No debe asombrar, por ejemplo, que en los estados donde el chavismo lo tiene más difícil y su derrota parezca cantada, (Táchira, Zulia, Mérida) la elección del candidato unitario resulte más complicada que el triunfo el 23 de noviembre.
En todo caso, la situación del oficialismo en materia de guerra a cuchillo, por soterrada, no deja de resultar devastadora y a pesar de las amenazas del caudillo la confrontación entre precandidatos es a muerte. A eso debe agregarse el resentimiento, no cuantificado aún, en las bases que apoyaron a nombres que fueron borrados por el lápiz rojo de Chávez durante el proceso interno del PSUV.
A estas alturas, por otra parte, no se sabe cuál será el método para la elección o designación de los candidatos, pero si el presidente del partido (no elegido por nadie) se atribuye el papel del gran elector, minimiza la participación de la militancia, se pronuncia por los menos populares y sacrifica liderazgos naturales, muy probablemente aflorarán las corrientes chavistas en contra de Chávez. Sin contar con el PCV y el PPT, que pese a la rectificación de Chávez para resucitar el Frente Patriótico, hasta el momento han sido ignorados olímpicamente.
De manera que si la oposición persiste en los suicidios de anteriores oportunidades, esta vez no le iría tan mal, pero si impera el criterio de que estas elecciones son algo mucho más que un proceso electoral rutinario y se deponen los intereses mezquinos, la victoria será inevitable, como lo serán los cambios que llegue a provocar.
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