Puerto La Cruz.- La implantación del nuevo diseño curricular comenzó a causar malestar entre los docentes y padres y representantes del estado Anzoátegui y ayer, como inicio de una serie de acciones para rechazar la imposición del Gobierno nacional, tomaron simbólicamente la escuela Nicolás Rolando Montero, ubicada en Barcelona, donde repartieron volantes y paralizaron el tráfico.
Allí se concentraron padres no solamente de ese instituto, sino también de otros colegios privados, como el Don Bosco, donde también se notificó que sería centro piloto para el currículo.
La medida de ayer estuvo precedida por una asamblea general de los padres y educadores, realizada el jueves en la noche, en el Don Bosco, y una asamblea efectuada el miércoles, en Lechería, en el Centro de Profesionales educativos.
Todos acordaron rechazar totalmente el nuevo diseño curricular, por cuanto en él se vulneran algunos artículos de la Constitución Bolivariana y de la Ley Orgánica de Educación.
La alarma comenzó a invadir a todas las unidades educativas de los 21 municipios, cuando autoridades del Ministerio de Educación, Zona Educativa de Anzoátegui, llegaron a varios liceos y escuelas, para ordenar "verbalmente" que se implanten ya los puntos del novedoso currículo, los cuales no entrarían a ser evaluados.
El secretario académico del Sindicato Venezolano de Maestros, en esta región, Angel Bejuma, relató que llama la atención que a pesar de las órdenes ministeriales no han entregado ningún oficio firmado por la directora única de esta área, Providencia Lima. Creen que es una táctica del Gobierno para que los adversarios no tengan herramientas para actuar legalmente contra este instrumento.
El dirigente señaló que se ha indicado que son unas 60 escuelas en los 21 municipios las que fueron escogidas para iniciar el currículo, en esta mitad de año escolar y que todo lo que había notificado el presidente Chávez, de que habría una larga discusión, fue pura mentira.
Los seis gremios educativos han dado instrucciones a sus afiliados a no impartir los temas que forman el diseño curricular Bolivariano y, aunque los docentes están amenazados con ser destituidos de sus cargos, los sindicatos insisten en esta desobediencia, y han afirmado que la Constitución Nacional vigente los ampara.
En representación de los padres del colegio Don Bosco, Ludmila Ostos dijo que hoy sábado realizarán una caravana en los barrios populares del área metropolitana, la cual será interactiva, ya que habrá paradas para exponer a la población el peligro de la reforma curricular. También el lunes próximo llevarán a sus hijos al colegio a las 6 de la mañana, pero permanecerán en vigilia para ver si las autoridades de la Zona Educativa aparecen para tratar de coaccionar a los maestros del estado.
Otra jornada es que constituirán una red de cinco padres para llevar el mensaje a las instituciones públicas y explicarles el porqué se debe rechazar ese proyecto educativo chavista.
Durante la semana entrante tomarán calles para protestar por la forma como se pretende instaurar el nuevo modelo, que contiene entre otras cosas que el contenido de los programas de estudio es 80% militarista; contiene una sola ideología.
A veces no sabemos qué pensar de la sociedad en que vivimos. Por momentos nos hemos convencido de que los venezolanos somos luchadores y rebeldes ante las injusticias y el autoritarismo, pero en otras, como ahora, nos da por pensar que somos una sociedad indiferente e irremediablemente individualista.
Lo que viene con el currículo en cuestión es el adoctrinamiento, el proselitismo, el lavado de cerebro, como solemos llamar cuando una filosofía nos parece tan absurda e inaceptable que nos la empujan a trompadas, por las malas. Y, sin embargo, a duras penas aparece una que otra voz de reclamo de algún padre y, en general, de los educadores que se suponen encargados de hacer la tarea. El resto de los mortales, percibimos, debe estar ocupadísimo en cada una de sus labores u otro gallo cantaría en estos lares.
Pero hay oportunidades en que los padres sí que protestan, ¡Y cómo! Y esto es cuando las mensualidades de los colegios e institutos privados aumentan. Cuando el problema pega al bolsillo, cuando hay que ajustar el presupuesto y la educación se lleva una importante porción que deberá restarse a las diversiones. Sabemos que la severidad en estas líneas podrá ocasionar rechazo, pero es una verdad dolorosa, tanto por su causa como por su consecuencia. Una verdad que es un puñetazo en la cara y que ha arrastrado con ella unos salarios vergonzosos como los que devengan la inmensa mayoría de los docentes en nuestro país. Es justo, a la vez, decir que si bien no a todo el mundo corresponde tal posición, sí lo es a la mayoría de los representantes de los estudiantes. Y esta información la tengo de primera mano, porque por veinticinco años he sido docente y como tal he experimentado lo que es educar con vocación a cambio de un sueldo que muchos profesionales con el mismo tiempo de desempeño habrían considerado ridículo.
La educación en Venezuela ha atravesado muchos momentos difíciles y hoy no es distinto, solo que el destinatario cambió. Antes eran los educadores los dolientes de la aplicación de una mala política dentro del sector, y ahora son los estudiantes los que sufrirán las consecuencias. Pero siguen siendo los docentes quienes llevan la bandera de protesta. Antes, porque una huelga para exigir pagos atrasados o elevar salarios de acuerdo a la inflación les ponía en el ojo del huracán, y eran causantes de escándalo por la "sinvergüencería" de no querer trabajar y poner en riesgo los estudios de los muchachos, pero pocos, muy pocos, se detenían a examinar si los sueldos alcanzaban para cubrir las necesidades de una familia. Y ahora, porque la implementación del Currículo Bolivariano les coloca como agentes pretorianos de un gobierno autocrático.
Fueron los docentes quienes en estos días volvieron a rebelarse ante el gobierno de turno. Los que pegaron el grito en el cielo para despertar a la sociedad entera sobre lo que está por venir. Y a pesar de ello, aún pareciera que la mayoría sigue en el sueño infantil de esperar que otros enderecen la línea por la que habrán de transitar los hijos de una sociedad aislada de la realidad. De una sociedad que despertará mañana afanosa por conocer las ofertas que se ofrecen en la prensa para las vacaciones.
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