Ninguna institución venezolana ha sido tan degradada por el actual régimen como la Fuerza Armada Nacional. Su decadencia se expresa en tres planos: político, ético y operacional. En cuanto al primero, la FAN ha sido sometida al mando arbitrario de un caudillo que le empuja al pasado, cuando Venezuela era la propiedad personal de sus jefes militares. El Ejército venezolano, que se enorgullecía de su lema como "forjador de libertades", es hoy inducido a proclamar la ridícula consigna de "Patria, socialismo o muerte". El mérito ha sido sustituido por la adulación. Hasta la pequeña isla de Barbados se atreve a desafiar la soberanía territorial del país, alentada por la desidia de Hugo Chávez, quien prefiere la compra de apoyos políticos en el Caribe a la defensa de los intereses nacionales.
En cuanto a la moral castrense, la corrupción la invade, estimulada por un Gobierno que siempre ha procurado erosionar el profesionalismo de nuestra organización armada y transformarla en milicia politizada. La infiltración en todos los ámbitos de nuestro aparato militar por parte de los servicios secretos cubanos, y la vigilancia que éstos ejercen para asegurar la fidelidad de oficiales y tropa, constituye una afrenta que debería avergonzar a nuestros militares. De paso, los reiterados gestos de servilismo de los Altos Mandos ponen de manifiesto que las fibras éticas de la institución están carcomidas. Carlos Andrés Pérez fue acusado de gastar varios millones de dólares asignados para proteger la vida de Violeta Chamorro, y luego condenado gracias a la miopía y ansias de venganza de nuestros nefastos "notables" de entonces. Hoy, jóvenes pilotos de nuestra Fuerza Aérea mueren sirviendo de chóferes a un demagogo comunista como Evo Morales. Entretanto la FAN calla.
Cabe referirse a los tiempos de la "hipótesis de Caraballeda" y el litigio con Colombia sobre el Golfo de Venezuela. La FAN de la época supo actuar con dignidad, en tanto que ahora el Jefe del Estado la somete a la ignominia de una movilización bufa hacia la frontera colombiana en retaliación por la muerte del narco-guerrillero Raúl Reyes. En su delirio irresponsable el presidente Chávez compromete geopolíticamente a Venezuela, en alianza con Irán, Cuba, Rusia y Bielorrusia, exponiendo a la FAN a posibles conflictos frente a los que sería incapaz de responder con eficiencia. De un lado Chávez proclama una "guerra asimétrica", que sólo existe en su fantasía, y de otro lado adquiere armamentos de segunda clase para una guerra convencional en la que nada tendríamos que buscar.
Si a lo anterior sumamos el persistente adoctrinamiento marxista del que son objeto nuestros cadetes y oficiales en las Escuelas de formación de la FAN, y el establecimiento de una milicia copiada de Cuba y dirigida a garantizar la perpetuación del régimen en el poder a toda costa, debemos concluir que por desgracia para Venezuela, la institución armada profesional y protectora de los derechos y libertades de la ciudadanía está agonizando. El esfuerzo que alguna vez hicieron los militares para proyectarse ante la sociedad civil como expertos gerentes también ha naufragado, en medio de la incompetencia de un Gobierno que se dedica con saña a arruinar el país.
En lo personal, lo previamente señalado me resulta doloroso. Durante casi veinte años, entre los setenta y los noventa, impartí clases en casi todos los institutos educativos de la FAN y me hice una imagen positiva de la institución. De esa imagen sólo resta un leve y nostálgico recuerdo.
En cuanto a la moral castrense, la corrupción la invade, estimulada por un Gobierno que siempre ha procurado erosionar el profesionalismo de nuestra organización armada y transformarla en milicia politizada. La infiltración en todos los ámbitos de nuestro aparato militar por parte de los servicios secretos cubanos, y la vigilancia que éstos ejercen para asegurar la fidelidad de oficiales y tropa, constituye una afrenta que debería avergonzar a nuestros militares. De paso, los reiterados gestos de servilismo de los Altos Mandos ponen de manifiesto que las fibras éticas de la institución están carcomidas. Carlos Andrés Pérez fue acusado de gastar varios millones de dólares asignados para proteger la vida de Violeta Chamorro, y luego condenado gracias a la miopía y ansias de venganza de nuestros nefastos "notables" de entonces. Hoy, jóvenes pilotos de nuestra Fuerza Aérea mueren sirviendo de chóferes a un demagogo comunista como Evo Morales. Entretanto la FAN calla.
Cabe referirse a los tiempos de la "hipótesis de Caraballeda" y el litigio con Colombia sobre el Golfo de Venezuela. La FAN de la época supo actuar con dignidad, en tanto que ahora el Jefe del Estado la somete a la ignominia de una movilización bufa hacia la frontera colombiana en retaliación por la muerte del narco-guerrillero Raúl Reyes. En su delirio irresponsable el presidente Chávez compromete geopolíticamente a Venezuela, en alianza con Irán, Cuba, Rusia y Bielorrusia, exponiendo a la FAN a posibles conflictos frente a los que sería incapaz de responder con eficiencia. De un lado Chávez proclama una "guerra asimétrica", que sólo existe en su fantasía, y de otro lado adquiere armamentos de segunda clase para una guerra convencional en la que nada tendríamos que buscar.
Si a lo anterior sumamos el persistente adoctrinamiento marxista del que son objeto nuestros cadetes y oficiales en las Escuelas de formación de la FAN, y el establecimiento de una milicia copiada de Cuba y dirigida a garantizar la perpetuación del régimen en el poder a toda costa, debemos concluir que por desgracia para Venezuela, la institución armada profesional y protectora de los derechos y libertades de la ciudadanía está agonizando. El esfuerzo que alguna vez hicieron los militares para proyectarse ante la sociedad civil como expertos gerentes también ha naufragado, en medio de la incompetencia de un Gobierno que se dedica con saña a arruinar el país.
En lo personal, lo previamente señalado me resulta doloroso. Durante casi veinte años, entre los setenta y los noventa, impartí clases en casi todos los institutos educativos de la FAN y me hice una imagen positiva de la institución. De esa imagen sólo resta un leve y nostálgico recuerdo.
Anibal Romero
Profesor de ciencia política en la Universidad Simón Bolívar.
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