Cuesta trabajo creer que Chávez regresó feliz de su periplo europeo, pues su evidente mal humor debe haberse originado entre los periodistas rusos. No parece lógico que si tuvo tantos éxitos fuera, se empeñe en amargarle la vida a todo el que se le acerca. Los trabajadores del Canal Ocho fueron también llamados al orden, increpándolos directamente, cuestionando su pureza revolucionaria. Sin darse cuenta de lo irónico de la situación, llamó a los camarógrafos presentes a despojarse de sus privilegios. Les reprocha cobrar demasiado por las horas extras que estos sufridos trabajadores ganan cada domingo por filmar Aló Presidente. Siguiendo con los regaños, también amenazó al presidente de Pdval con los peores castigos, resumiendo en unas pocas palabras lo que ya todos sabemos: "Yo te puedo quitar cuando me dé la gana". El pobre señor apenas si podía contener los pucheros. No lo conozco, no tengo idea sobre su desempeño profesional, pero esa no es manera de tratar a un ser humano.
Peor que el Presidente, son los que presencian estas humillaciones públicas. Aplauden con entusiasmo, sin darse cuenta que cualquier día les toca a ellos. Los acompañantes de Chávez, no hacen leña del árbol caído, lo destrozan, saltan encima, tratan de convertirlo en pulpa. Esto se ve también en la bochornosa Asamblea Nacional y en los "programas de opinión" de los canales oficiales, que esperan sólo la señal presidencial para ensañarse en contra del que no complace al caudillo.
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