El famoso maletín de los 800.000 dólares se ha convertido para el teniente coronel presidente en algo parecido a aquella caja que, cuando Pandora la abrió, salieron de ella todos los males del género humano que contenía.
El maletín ha resultado una buena caja de sorpresa. Desde el mismo momento en que fue incautado en el aeropuerto Jorge Newberry de Buenos Aires, no ha dejado de revelar informaciones cada vez más asombrosas y de producirle sobresaltos a los más altos personeros de este régimen corrupto que, para desgracia de todos los venezolanos, dirige los destinos de nuestro país.
Desde el momento mismo en que aquella perspicaz funcionaria de la aduana del aeropuerto de Buenos Aires abrió la tapa del maletín, comenzaron a brotar los demonios que acompañan a los 800.000: la evidencia de la complicidad de altos funcionarios de PDVSA y del gobierno argentino en el intento de introducir en ese país de manera subrepticia esa cuantiosa suma de dinero; las sospechas de que se trataba de un dinero que el teniente coronel presidente le enviaba a su recién electa colega argentina para ayudarla a cubrir los gastos que le había ocasionado su campaña electoral; la utilización de una aeronave oficial de la empresa petrolera venezolana para cometer un hecho ilícito; la seguridad de que ese incidente era solamente la punta de un iceberg que progresivamente quedaría totalmente al descubierto.
Efectivamente, la última semana ha sido rica en revelaciones cada vez más sensacionales que han confirmado lo que desde un comienzo se sospechaba.
Del interrogatorio de los testigos en el juicio que se sigue en Miami a uno de los implicados en la operación han venido emergiendo evidencias que involucran al propio teniente coronel presidente, a su ministro de Energía, al recién juramentado ministro de Interior y Justicia y a los jefes de los principales órganos de policía del país, entre otros. Además parece que ya está totalmente constatado que ese dinero provino de las arcas de PDVSA y estaba destinado a la señora Kirchner.
Con toda seguridad esta semana saldrán a la luz pública nuevos nombres de boca del personaje central del caso, el propio Guido Antonini Wilson, quien se prestó para colaborar con las investigaciones de las autoridades policiales norteamericanas y de esa manera demostrar que su papel en esa novela fue totalmente secundario.
Pero lo más grave que ha resultado de las declaraciones de los testigos es la constatación de que el Gobierno venezolano estuvo involucrado en los graves delitos de intento de encubrimiento de un hecho ilícito internacional cuando intentó callar a Antonini Wilson para que no revelara la procedencia ni el destino del contenido del maletín, de soborno cuando ofreció pagarle dos millones de dólares por su silencio y de falsificación de documentos al intentar crear facturas simuladas para justificar la procedencia de los 800.000 dólares. Esto solamente lo hace un delincuente o un gobierno forajido como el que tenemos.
Cuando escribo este artículo (domingo 14 de septiembre) llega a mis manos una información que publica el diario La Nación, de Buenos Aires, en la cual se afirma que en el mismo vuelo de los 800.000 dólares llegó otra maleta que contenía cuatro millones doscientos mil dólares, lo que significa que el generoso regalo del teniente coronel presidente para su colega argentina fue de la bicoca de 5 millones de dólares. Según La Nación esa información proviene de "dos fuentes independientes entre sí, una de las cuales habló desde Venezuela". "Las dos -agrega La Nación- tienen un papel protagónico en el proceso abierto en el Juzgado Federal de Miami.
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