Con el respeto que me merecen sus opiniones y sus estrategias (conquistar votos chavistas), creo que algunos candidatos de oposición se equivocan cuando advierten que no es Chávez, sino sus gobernadores y alcaldes, el responsable de la inseguridad, la violencia y en general las plagas que con mayor o menor intensidad sacuden al país en toda su extensión, producto de dos causas fundamentales: la pobreza y la exclusión.
Si efectivamente Chávez no ha podido dominar, manu militari, a la sociedad en su conjunto, ciertamente hacia el interior del chavismo (o de lo que queda de él) y del Gobierno, se maneja como un infalible soberano cuya palabra es ley. Así que si Bernal y Barreto se han convertido en los símbolos de la incapacidad, la ineficiencia y el caos a la hora de administrar una ciudad y Rafael Ramírez sintetiza, como nadie, la figura del truhán de cuello rojo privado de cualquier escrúpulo a la hora de saquear el tesoro nacional, no será porque los personajes en cuestión, todos fieles cumplidores de los designios presidenciales, sean malos (malos todos los sentidos), que de hecho lo son, sino porque fueron colocados allí por Él, consciente de que más allá de las obligaciones inherentes a sus cargos, lo único importante era su obsecuencia de perros falderos.
En otras palabras, para Chávez los poderes (en este caso el nacional y el regional) no constituían plataformas para impulsar el desarrollo, resolver problemas, hacer obra y desagraviar a los agraviados, sino mecanismos para acrecentar un proceso de dominación que ya no podrá consolidar.
La primera prueba de su incapacidad (no la de gobernar que eso es evidente) para convertirse en dueños y señor de todos los cuerpos y todas las almas está en el hecho de que su mandato está siendo revocado, poco a poco, a través de elecciones. Es decir, el intento por hacer de la democracia un instrumento al servicio de sus intereses encontró la resistencia suficiente como para impedir su propósito. Y ahora que como en todo sistema político civilizado se ve obligado a competir con sus contrincantes en calidad de gobierno, resulta que se hunde en la derrota porque no estaba preparado para vencer con los únicos argumentos posibles en estas circunstancias.
Me explico, si Chávez pudiera decir "erradiqué la inseguridad, disminuí el índice de homicidios, vencí la pobreza, construí más viviendas que cualquier otro presidente, creé un sistema nacional de salud, nadie se muere de hambre, no hay un solo niño en las calles y la basura dejó de ser problema, independientemente de su carácter antidemocrático tendría asegurado el triunfo el 23 de noviembre y podría preguntarse: ¿para qué quieren su democracia? Está visto: en materia de despotismo eficiente Chávez también está raspado.
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