A medida que las encuestas perfilan una derrota del oficialismo en las venideras elecciones regionales, Chávez ha ido cambiando el maquillaje "democrático" creado por su poderosa maquinaria propagandística, para asumir una conducta abiertamente totalitaria. Su desenfreno llegó al paroxismo al recibir el último sondeo de la encuestadora que trabaja para Miraflores en el cual el gobernador Manuel Rosales aventaja en 45 puntos al candidato chavista a la alcaldía de Maracaibo y Pablo Pérez, aspirante por la oposición a gobernador del Zulia, supera al candidato oficialista Di Martino en casi 25 puntos.
Desencajado y fuera de control (visto así por la prensa internacional y la TV mundial), Chávez gritaba repetidamente: "Yo te voy a meter preso Manuel Rosales", a la vez que impartía órdenes a los reptantes poderes públicos para que iniciasen con urgencia una investigación contra el gobernador Rosales, por "hechos de corrupción". A sólo horas del anuncio, su pupilo Di Martino se presentaba con una tropa de franelas rojas en la Fiscalía General para denunciar supuestos casos de corrupción del gobernador zuliano. Simultáneamente la servil AN y los canales de TV oficiales mostraban unas grabaciones telefónicas ilegales en las que supuestamente Rosales daba instrucciones dirigidas al financiamiento de la campaña de los candidatos de su partido UNT. Los venezolanos vemos que el gobierno mete descaradamente la mano en el Tesoro Nacional dilapidando en miles de páginas de publicidad electoral a favor de sus candidatos; tiempo desorbitado en la radio y la TV públicas (negadas a la oposición), uso de aviones y vehículos oficiales, mientras el Presidente y los ministros abandonan sus obligaciones para hacer proselitismo político, con la ostensible complacencia del CNE. Sin embargo, se "horrorizan" porque los partidos de oposición (despojados por Chávez del derecho a recibir financiamiento del Estado para sus actividades electorales, como ocurre en todo el mundo democrático) destinan los pocos recursos de que disponen a financiar la campaña de sus candidatos (presuntamente Rosales ordenaba el envío de Bs. 400 mil, es decir, BsF 400 al candidato Stalin González). Eluden investigar la corrupción de Pdvsa y del extenso grupo de altos funcionarios chavistas en el caso del maletín y, sin embargo, emprenden una investigación urgente contra Manuel Rosales, no porque tengan pruebas de que incurrió en hechos de corrupción, sino porque él y su equipo están derrotando por paliza al oficialismo en el Zulia.
Chávez sueña con la inhabilitación de Manuel Rosales antes del 23N, contra él podría intentarse lo ya hecho contra el gobernador Jiménez, de Yaracuy, a quien, inocente o culpable, en horas le montaron el antejuicio de mérito y le despojaron del cargo. Chávez ordenó al poder "moral" y al tsj (con minúsculas) iniciar una investigación contra el gobernador zuliano, a la par que anunció cínicamente "la misión Rosales va preso". La fiscal y el contralor (con mi- núsculas, por favor) respondieron al instante. El inefable russián declaró que ya abrió la investigación contra Rosales, la cual " podría culminar con la destitución, la suspensión o la inhabilitación política del candidato" (Tal Cual 30-10-08). Como sucedió con Leopoldo López, ni siquiera se molestarían en emitir una sentencia judicial firme, dada la inminencia del 23N. Les basta con este Torquemada criollo. La lista se alarga con opositores que encabezan las encuestas: la sala Electoral del tsj admitió un recurso contra la postulación de Salas Feo "que será decidido antes de los comicios" (El Nacional 31-10-08).
Colette Capriles (El Nacional 30-10-2008) nos recuerda que Chávez cortó las amarras democráticas con la promulgación de las 26 leyes del 31 de julio, con las que desconoció los resultados del 2D. "Cuando Hugo Chávez descubrió que podía permitirse ignorar el veredicto popular (&) comenzó la larga marcha que le procurará, según cree, la reelección perpetua". Añade Colette que "Chávez no está haciendo campaña por sus bacalaos, sino que la está haciendo para sí mismo, por su reelección. La soberanía popular, es decir, lo más esencial de la democracia, es un accesorio que ya luce superfluo. Es más: cabría esperar que la autorización legal para instalarse imperecederamente en el poder termine siendo el resultado de un abierto fraude constitucional a través de algún pronunciamiento del TSJ, sin molestarse en someterla a consulta popular".
Chávez no es un loco obsesionado con la revolución para favorecer a los pobres. Es un militar golpista dispuesto a eternizarse en el poder por cualquier medio, sostenido por la sumisión de la FAN y de los poderes públicos. Es hora de que la proximidad del 23N no siga manteniéndonos inmovilizados con el cuento de que los casos de Rosales y de Salas Feo son otro trapo rojo.
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