Ese es el dilema. Y tenemos que tenerlo clarito. Quedarse en la casa el próximo domingo es criminal. Es como pegarle a la mamá el día de las madres. La indiferencia no es neutral.
El silencio, a veces, grita demasiado, aturde, retumba y avergüenza.
Hay que estar preparado para lo que nos espera: larga jornada, ventajismo, provocaciones, irregularidades, muestras de parcialidad del árbitro y muchas cosas más. No hay que preocuparse, ya estamos acostumbrados a correr en desventaja.
Siempre es así cuando la arbitrariedad es la norma.
Sin embargo, aun con todo en contra, cuando un pueblo decide hablar, hasta el grito del deslenguado cesa. Las elecciones del año pasado son la prueba.
Como si lo anterior fuera poco, hay que tener claro, además, que la idea no es ganar la mayoría de las gobernaciones y alcaldías, sino las que son menester. Usted sabe cuáles. En los lugares donde la oposición no se unió, únala usted con su voto.
Dele una lección a quien crea que deba dársela.
No olvide nunca que el elector es el que manda.
Este domingo es clave para el futuro de Venezuela.
No usar la fuerza del voto para modificar nuestro destino sería el propio “autosuicidio”. Vota por tus hijos. Si tú votas hoy, ellos crecerán en un país en el que algún día podrán ser candidatos.
Vota para que nunca nadie más te amenace de muerte por pensar distinto.
Vota por dignidad, para que nadie te mente la madre en cadena nacional. Vota para demostrar que el destino de tu patria no te es indiferente. Liga que haya cola, ojalá que nos cueste, que haya operación morrocoy. Aunque todo el ventajismo oficial se ponga en marcha, vota, porque así se verá con mayor claridad tu determinación. Que quede claro que no hay amenazas, tanques, ni milicias que puedan acabar con la voluntad de un pueblo. No se convence con fusiles. Que la fuerza de la paz esté contigo: Contra la bota, vota.
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