Para estos días, casi que con carácter de razón de Estado, se impone producir un modelo de discurso genérico pensado y diseñado para actos de entrega de cargos de elección popular. No es posible que a 10 años de revolución todavía exista tanta improvisación a la hora de jalarle mecate al líder indiscutible. Una cosa es arrastrarse feamente y otra arrastrase con clase, estilo, método y justicia social.
Resulta preocupante que importantes funcionarios, a la hora de desprenderse de sus cambures, tartamudeen y se enreden de una manera tan bárbara, que fortalecen la impresión de que no hay preparación previa para un paso tan revolucionario como es adular en público, frente a las cámaras.
Con dos lustros de experiencia en la guindadera, un discurso que se respete, debe decir algo más o menos así:
"Queridos compatriotas. Hoy, después de ocho años al frente de la Alcaldía, gracias al respaldo del señor Presidente y su sobrehumana sabiduría, me toca entregar el cargo a un digno sucesor, el ex guerrillero, Vladimir de los Santos, antiguo terrorista, secuestrador y combatiente en las montañas de El Bachiller. El nuevo alcalde viene de arrasar con cerca del 98% de los votos, un poco bajo si se toma en cuenta que el mismo Presidente se encargó de su campaña, le alzó la mano, lo abrazó y le cambió los pañales en la plaza Bolívar. Yo debo confesar que he sido el peor alcalde que ha tenido esta ciudad en dos siglos de historia. No he robado y lo que tengo, la quinta, el negro de Petare que abre la puerta y las camionetotas, provienen de mis ahorros de subteniente antes del golpe del 92. No he tapado un solo hueco. Al contrario, dejo como ocho avenidas intransitables a punta de remodelaciones mal planificadas. Lo de la basura fue mundial. La ciudad está podrida de punta a punta. Los choros mandan de día y de noche. Los funcionarios matraquean que da gusto. Le quité la condición de ciudadano a la gente y degradé la autoridad del cargo. Todo esto en apenas ocho años. Y hay más. No cumplí ni el 5% de lo que prometí. Ningún funcionario hizo más demagogia y populismo que yo. Mentí al pueblo de la manera más burda. Pero deben saber que si me hubieran pedido la vida por el Presidente la hubiera dado. Por hacer la revolución no cumplí con el soberano y embarqué a los votantes, pero he dado 24 horas diarias por el proceso y el líder intergaláctico. No construí nada, pero tampoco dejé que nadie construyera. Esa es la revolución. Apoyé a mi comandante en todas y cada una de sus rendiciones ante el enemigo y muy especialmente el día en que se entregó con escolta y todo a otros militares. Comprendí su miedo, pero lo respaldé y lo seguiré haciendo, pues sin su divina presencia no soy nadie. Así que mi balance como gerente público es un completo fracaso, pero como revolucionario leal al jefe, es excelente. Eso basta.
¿Qué más quieren? Hasta el 2051"
1 comentario:
Gracias por la alerta, Lucas Blanco.
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