Uno de los aspectos que resaltó el presidente Hugo Chávez ante los corresponsales extranjeros la madrugada del lunes fue el hecho de que se produjeran unas elecciones limpias y el reconocimiento de las espacios ganados por la oposición. Lo planteó como una demostración de que él "no es ningún dictador" y que Venezuela vive una democracia plena, un hecho absolutamente normal en cualquier país democrático.
Apenas pasaron unas horas, no se contuvo para atacar a los electores de Miranda por la derrota infligida a uno de sus emblemáticos líderes, Jesse Chacón. Según su visión gente racista y oligarca es la que vive en esa populosa zona y fue causa de la derrota.
¿Será que tantos años en el poder hacen perder el sentido de la realidad? Algunas entrevistas recogidas por los medios en Petare reflejaron otra realidad: "voté por Jesse para ayudar a Chávez pero estoy claro: al oficialismo lo derrotó la delincuencia". Otros aspirando a un cambio: "No me siento ni rico ni pobre, por eso no quise escuchar al Presidente. Basta de esas discusiones porque la gente de las urbanizaciones también necesita estar bien".
Desde el día martes grupos de activistas oficialistas bloquearon las proclamaciones de los opositores elegidos, con secuestros de autoridades electorales. Desde luego que por esos hechos no hubo acción legal ni detenidos.
Hechas las proclamaciones comenzaron los saqueos y desmantelamiento de los organismos como si se tratase de propiedades personales.
Al calor de nuevas declaraciones del Presidente contra Carriles Radonski y Ledezma calificándolos de "fascistas" el Gobierno ha estado promoviendo movilizaciones contra las nuevas autoridades cuando ni las comisiones de enlace han podido cumplir su labor.
El día lunes el pueblo venezolano vislumbró que podían venir tiempos de conciliación y apertura, pero la ilusión duró poco. Las amenazas con llevar a líderes electos de la oposición tribunales se intensificaron, se revive el magnicidio, se habla de una conspiración para derrocar a Chávez desde las gobernaciones opositoras y siguiendo órdenes presidenciales se abren nuevos casos contra medios de comunicación.
Es la misma intolerancia asumida luego del 2D. Una conducta que ha sido percibida por la gente y que le ha costado al oficialismo la pérdida de buena parte de su base electoral en los sectores populares, tal como lo demuestran las cifras por municipios.
El promotor de esa política ha sido el Presidente que no se resigna a que en cuatro años deberá abandonar el poder. Pero su actitud está arrastrando a su propio partido y a otros líderes del proceso que quisieran abandonar la confrontación y dedicarse a hacer buenas gestiones de gobierno.
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