03 diciembre 2008

Los dilemas de un adicto al poder

Las razones aducidas por el incontinente hablador para replantear la reelección indefinida resultan tan baladíes como las esgrimidas para colocar a Globovisión al borde del cierre, ya sea temporal o definitivo.

Ni los gobernadores y alcaldes de oposición, algunos aún sin posesionarse de sus de sus cargos, están hostigando los consultorios de barrio adentro o sacando a indefensos ancianos de las casa hogar, ni Globovisión ha intentado alterar el orden público o adelantar resultados el 23N, como lo sentenció el susodicho usurpando, además, funciones propias del CNE.

Se trata, simplemente, de una patológica obsesión, de una personalísima distorsión emocional, de una irrefrenable adicción por el poder instalada en la mente de un enfermo que mantiene parcialmente enloquecido al país desde hace una década.

Las razones ideológicas, en este caso, resultan accesorias y si escogió el modelo del "socialismo del siglo XXI" que, en el fondo es el mismo del siglo XX, como marco de referencia para desplegar su proyecto de poder, es porque resulta ideal a la hora de imponer mandatos perpetuos y autocráticos.

Ese trastorno psíquico, sin embargo, viene acompañado de una buena dosis de astucia, una terca persistencia y mucho de audacia. Es así como sin haber salido aún de un evento electoral y cuando la gente, ya harta de la diatriba, sólo espera que las nuevas autoridades regionales se ocupen de hacer buena la palabra empeñada y se dediquen a solucionar los problemas más apremiantes , aparece el ilustre enfermo con su viejo atado bajo el brazo y el eterno ritornello. "Yo debo quedarme, yo soy el único, sólo yo puedo parar el fascismo", es decir el suyo. Se adelantó porque sabe que si no lanza ya el nuevo referéndum (ilegal, además, porque ya la gente le cortó las alas a su obsesión el año pasado) la crisis económica, con el barril por debajo de los 40 dólares, ahogaría cualquier intento reeleccionista por parte de un gobierno cuyos argumentos más poderosos, el populismo y el clientelismo, se alimentan de petrodólares.

Siente que debe darse prisa porque tiene al tiempo en contra y en esa fuga hacia adelante, lo asaltan los dilemas. Sabe, por ejemplo, que la señal abierta de Globovisión llega hasta los estados donde ganó la oposición y por eso es grande la tentación de neutralizarla para ver cómo, sin ese obstáculo, puede alterar la decisión de los electores en zonas que resultan clave para cualquier posibilidad de triunfo.

Pero ahí aparece un fantasma llamado RCTV y la certeza de que si vuelve a perpetrar un atentando contra la libertad de expresión y el derecho a la información, el tiro le puede salir por la culata y la derrota resultar aun más humillante que la del 2D. En realidad se trata de un falso dilema porque con cierre o sin cierre, con referéndum o sin él, sus días están contados. Es decir sus días como presidente.


1 comentario:

Unknown dijo...

Gracias por la alerta, Lucas Blanco.