"Sembrar el petróleo" fue la consigna y el título de aquel histórico editorial que el 14 de julio de 1936 publicó Arturo Uslar Pietri en el diario "Ahora". Fue una campanada de alerta que los venezolanos no supimos escuchar. Hace ya 73 años, Uslar nos advertía: "&la economía destructiva es aquella que sacrifica el futuro al presente..."
Nunca como hoy esas frases tienen tanta relevancia. El presidente Chávez ha sido perfectamente capaz de sembrar el petróleo en Cuba, en Bolivia, en Nicaragua, en Ecuador, en Argentina y en muchas otras naciones. Sin embargo, en Venezuela, solamente ha sido capaz de sembrar la crisis.
Han transcurrido diez años desde que Chávez tomó el poder. A lo largo de buena parte de esos años, el mundo experimentó las mayores tasas de crecimiento económico global y sostenido que se registran, lo cual demandó inmensas cantidades de petróleo y por eso el petróleo subió y nos proporcionó enormes ingresos y oportunidades aún mayores. Una década durante la cual el país dispuso de cerca de 860.000 millones de dólares para impulsar las profundas transformaciones sociales que el pueblo anhelaba. Con esos recursos, un gobernante prudente hubiera podido alcanzar las metas que en materia de vivienda, salud, educación, justicia, seguridad, sanidad e infraestructura requería nuestra población. Diez años para mejorar los servicios públicos de manera substancial. Un lapso en el que se ha debido sembrar el petróleo, diversificar la economía y construir el futuro del país.
Pero nada de eso fue así. El hombre que controló el poder concentró sus esfuerzos en impulsar una revolución que nadie le había pedido. Sacrificó el futuro de Venezuela en aras del presente de su revolución y de su propio proyecto personalista. Sin duda, durante esa década, el pueblo ha recibido las migajas que sobraban en el festín de la revolución, las cuales le fueron servidas en forma de misiones, que en muchos casos estaban diseñadas más para favorecer a Cuba que a los venezolanos.
Pero ahora las cosas han cambiado. En seis meses el precio de la cesta petrolera venezolana cayó en más de un 75%. La abundancia de recursos en la cual se basó todo el poder del presidente Chávez para adelantar su tesis del Socialismo del Siglo XXI, parece haber llegado a su término. Increíblemente el líder de la revolución no lo quiere entender. Despegado cada vez más de la realidad, insiste en que Venezuela está blindada frente a lo que luce como la más grave recesión de la economía mundial desde el crash de 1929. Hoy en día somos más que nunca dependientes del petróleo -en buena medida por culpa de las oportunidades que ha desperdiciado el comandante- y es precisamente esa dependencia la que nos hace vulnerables.
En lugar de buscar el concurso de todos para enfrentar la grave crisis que se avecina en el año 2009, lo que plantea Chávez es una enmienda constitucional que no hace otra cosa que agregar graves elementos de incertidumbres a los negros nubarrones que se interponen en el camino de Venezuela.
Peor aún, si bien habla de la necesidad de sacrificios para los venezolanos, mientras tanto la prensa trae noticias de que se han comprado en Rusia dos aviones similares a los que utiliza el presidente de aquella nación (¿qué pensará hacer con el que ya tiene?) y se firman contratos para compras de armamentos por montos que dan vértigo. Si bien restringe los dólares que utilizan los venezolanos, nada parece afectar las generosas donaciones a Bolivia, a Cuba, a Nicaragua, ni las ventas de petróleo bajo condiciones ruinosas para Venezuela a través de Petrocaribe, cuya factura es pagada una parte a 25 años con dos años de gracia y 1% de interés, y la otra parte mediante trueque a cambio de habitaciones hoteleras en islas del Caribe o manualidades turísticas o incluso con nuez moscada.
Sin embargo, las cosas no le van bien al líder. Acaba de dar una de las mayores muestras de debilidad que podamos imaginar. Hasta ahora, él era un portaviones al que tenían que montarse aquellos que aspirasen a algún cargo de elección popular. Pero hoy, enfrentado a la realidad de unas encuestas que no lo favorecen, decide invertir la situación y es él quien se monta esta vez en el portaviones de los gobernadores y alcaldes oficialistas que fueron elegidos en diciembre pasado. Razona que si la enmienda plantea en una sola pregunta la reelección indefinida de esos funcionarios, quizás la posibilidad de su propia reelección -altamente impopular- pueda pasar de contrabando.
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