"Una mentira repetida mil veces, se transforma en una verdad". Esta máxima de Goebbels describe muy bien esa sensación que quieren imponer en los últimos días en una suerte de "percepción generalizada" según la cual el SÍ está arrasando y la oposición ya no tendría nada más que hacer sino aceptar el "Chávez por siempre".
Sin caer en las estériles diatribas de "yo no creo en esa encuesta", "yo sí creo en esta otra", "allí hay un error metodológico", "se tomó una muestra errada", "esa empresa está comprada" o la historia cierta o no del voto oculto, hay una realidad: quien siempre alardeaba de un triunfo aplastante, ese que en cada evento electoral se burlaba de la oposición diciendo que "morderían el polvo", que "quedarían arrasados" y que "nunca más volverían", en esta oportunidad luce tan conservador, tímido y pacato en cuanto a la "supuesta ventaja" que habla de un "empate técnico". Ese arrojo de sinceridad levanta sospechas ya que los suyos se lanzan la parada de "elevar el cálculo" por encima de lo dicho por su Jefe. ¿Quién da más? ¿Cinco puntos? ¿Diez? ¿Quince? ¿Será que no escucharon bien a su líder o que en una puja de "quién jala más", se lanzan por ese barranco de hacer menos y menos creíble una supuesta ventaja?
Esa estrategia da mala impresión. Si Chávez habló de un "empate técnico" y no luce tan "gallito" como en el pasado, tal vez sea porque a la luz de los últimos resultados electorales está clarísimo que TODOS los votos pesan. De allí las instrucciones que recientemente diera en su artículo de prensa en la cual da la orden a sus patrullas de llevar una lista detallada de quienes votan y quienes no para así nuevamente manejar el pase de facturas.
Ese "arrojo de sinceridad" no luce fortuito. Si la oposición sabe que esta lucha es más que difícil por lo aplastante, desproporcionada, inescrupulosa, alcahueteada y ante todo mil millonaria campaña por el "SÍ" hasta el punto de prender el mechero para quemar las reservas, Chávez tiene el "talón de Aquiles" del desgobierno y todos estos males que estamos viviendo a los que hay que sumar ahora el expediente de la violencia oficial y parapolicial con estos grupos de "choque".
Recurren al expediente del miedo, pero detrás de la máquina de votación y frente a la enredadísima y tramposa pregunta la respuesta será un gesto libertario. Ese "NO me la calo" funcionará como catarsis ante la indignación generalizada.
Estamos en la fase de la guerra de los numeritos pero el gesto de sinceridad de quien se especializa día a día en contar las mentiras más exóticas y estrambóticas tiene una lectura: el próximo 15 de febrero no será un jardín de rosas, ni para unos, ni para otros. Todos los votos cuentan. El tuyo, el mío, el de TODOS...
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