El asunto está así: se nos avecina una crisis económica con "paquetazo" incluido. Allí no hay mucha novedad, ya de eso hemos tenido varios lamentables capítulos en los que los gobiernos se gastan los recursos a pesar de la sempiterna promesa incumplida de "sembrar el petróleo", se "rumbean" esos reales y luego se quedan con el cochinito vacío. Las vacas flacas llegan y, como siempre, las consecuencias las paga el pueblo& Eso no es nuevo. Esos momentos suelen ser traumáticos porque como decían las abuelas "noches de fiestas alegres, amaneceres tristes" y la parranda de petrodólares generan la percepción de que ese momento de esplendor del consumo, que no de la riqueza, durará por siempre. "Ese bolero es mío" como dice la canción y a Chávez no le está quedando más remedio que ser el "paquetero" de una partida que jugó tan mal como sus antecesores. Así que, a pesar del remoquete de "socialista" la realidad de la crisis se está imponiendo. Pero como no le gusta ser y caer en lo que tanto criticó con la inevitable consecuencia del rechazo popular por "hambreador" y "paquetero", aprieta las tuercas de todo y se convierte en el "alicate autocrático". Todo el poder para él y en medio del show por la "avanzada revolucionaria radicalizada" (A.R.R) cuela guilladito unas medidas económicas "contra natura" de lo que ha proclamado en toda su perorata histórica. Al día de hoy tenemos las mismas circunstancias de un 27 de febrero de 1989 pero con un expediente de persecución política más que abierto en el que se acorrala desde los líderes fundamentales de la oposición hasta aquel que se le ocurra pensar distinto, de paso hay una corriente antihistórica revirtiendo la descentralización y, por si fuera poco, una utilización de las Fuerzas Armadas como brazo ejecutor para la consecución de todos estos fines. Todo al margen y en abierta violación de nuestra Constitución, a estas alturas más pateada que un "puchinbol". No hace falta tener demasiada imaginación para definir este "tipo" de gobierno. Militares ejecutando lo que dice un caudillo y quedando al margen de la Carta Magna tiene un nombre. ¿Nos atrevemos a pronunciarlo? Claro que si asumimos que esta historia se torció y que ya estamos en otro sistema de gobierno, ¿cómo actuamos en consecuencia?, ¿cuál es el escenario?, ¿qué viene ahora?.
Con un panorama económico gris oscuro en el que los platos rotos de la fiesta los pagaremos todos, con una conflictividad laboral emergiendo en todo el país, con el ingrediente de la persecución política, con el desconocimiento de las regiones y sus gobernantes electos y con la ya famosa "raya amarilla" más que pisoteada la alternativa de la "indiferencia" y el "aquí no pasa nada" sería no sólo irresponsable sino un signo de complicidad.
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