Cómo tantas otras veces, esta semana coincidieron en las calles de Caracas dos países, dos modelos, dos sociedades que entran cada vez más en contradicción.
De esos dos países, uno es plural, multicolor y lleno de juventud; otro es monocorde. Uno cree en las ideas, otro en las consignas, uno en el debate, otro en el agavillamiento, como se demostró el miércoles. Uno considera que la vía para la solución de los problemas debe ser siempre pacífica; otros, sólo saben de tiros, carros quemados y discursos mentirosos en los que el victimario se convierte en víctima.
Hay un país que cree en el conocimiento y otro que cree en que lo importante es acercarse al poder; uno que cree en la Democracia y otro que se burla de eso, y la exige en sitios como los claustros o los sindicatos, donde claramente no los practica; hay un grupo de venezolanos que amenaza con cerrar todos los medios de comunicación independientes, pero cuando tiene la oportunidad de hacer una cobertura televisiva, censura groseramente las voces disidentes.
Basta recordar como en la final de la Copa del Rey, en España, el director de Deportes de Televisión Española fue destituido por censurar los pitidos al Himno desde las gradas (jugaban dos equipos de regiones fuertemente nacionalistas como País Vasco y Cataluña) mientras VTV se da el lujo de impedir que todos los venezolanos, y muy especialmente los que siguen al Presidente Hugo Chávez, escuchen la voz de Cecilia García Arocha.
Hay un país que todavía hace mención a la división de las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1998, sólo para cambiar un sistema electoral que garantiza la representación proporcional de las minorías por otro, tramposo y adaptable a lo que le garantice, para siempre, la hegemonía, como en el México del PRI; que utiliza la Justicia como herramienta de intimidación; que cada día destruye riqueza, falsea la Historia, extiende un cementerio a todos los rincones de la geografía. Que permite un despliegue policial inusitado para decomisar 24 autos, mientras 93% de los 15 mil homicidios que se registran a nivel nacional cada año no llegan a tribunales.
Por el contrario, hay un país que cree en el esfuerzo, que sabe que ésto, por corrupto, antihistórico y reñido con el futuro, está condenado; que tomará las calles cada vez que sea necesario a pesar de las amenazas y que respeta enormemente el derecho ajeno. Este pueblo es mucho más grande de lo que parece, e incluye a muchos que se identifican con el oficialismo. Todo ese país hará buena, en su momento, la frase que Bolívar escribió en San Mateo en 1814: "Todos los pueblos del Mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos".
De esos dos países, uno es plural, multicolor y lleno de juventud; otro es monocorde. Uno cree en las ideas, otro en las consignas, uno en el debate, otro en el agavillamiento, como se demostró el miércoles. Uno considera que la vía para la solución de los problemas debe ser siempre pacífica; otros, sólo saben de tiros, carros quemados y discursos mentirosos en los que el victimario se convierte en víctima.
Hay un país que cree en el conocimiento y otro que cree en que lo importante es acercarse al poder; uno que cree en la Democracia y otro que se burla de eso, y la exige en sitios como los claustros o los sindicatos, donde claramente no los practica; hay un grupo de venezolanos que amenaza con cerrar todos los medios de comunicación independientes, pero cuando tiene la oportunidad de hacer una cobertura televisiva, censura groseramente las voces disidentes.
Basta recordar como en la final de la Copa del Rey, en España, el director de Deportes de Televisión Española fue destituido por censurar los pitidos al Himno desde las gradas (jugaban dos equipos de regiones fuertemente nacionalistas como País Vasco y Cataluña) mientras VTV se da el lujo de impedir que todos los venezolanos, y muy especialmente los que siguen al Presidente Hugo Chávez, escuchen la voz de Cecilia García Arocha.
Hay un país que todavía hace mención a la división de las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1998, sólo para cambiar un sistema electoral que garantiza la representación proporcional de las minorías por otro, tramposo y adaptable a lo que le garantice, para siempre, la hegemonía, como en el México del PRI; que utiliza la Justicia como herramienta de intimidación; que cada día destruye riqueza, falsea la Historia, extiende un cementerio a todos los rincones de la geografía. Que permite un despliegue policial inusitado para decomisar 24 autos, mientras 93% de los 15 mil homicidios que se registran a nivel nacional cada año no llegan a tribunales.
Por el contrario, hay un país que cree en el esfuerzo, que sabe que ésto, por corrupto, antihistórico y reñido con el futuro, está condenado; que tomará las calles cada vez que sea necesario a pesar de las amenazas y que respeta enormemente el derecho ajeno. Este pueblo es mucho más grande de lo que parece, e incluye a muchos que se identifican con el oficialismo. Todo ese país hará buena, en su momento, la frase que Bolívar escribió en San Mateo en 1814: "Todos los pueblos del Mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos".
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