06 mayo 2009

Oremos

Señor:

Algo malo debimos haber hecho en otra vida o en ésta. Quizá Venezuela es la reencarnación de la antigua Persia y estamos pagando el karma por la agresión a los griegos y la traición de Elfialtes en Termópilas. Está bien, señor, merecemos esto, sabemos que es el castigo por tanta indolencia.

Entendemos la enseñanza.

Pero Dios infinito, incluso con los adoradores del becerro de oro mostraste alguna piedad (Por cierto: ¡gracias, Piedad!) pero ya la cosa con nosotros es ensañamiento.

Padre Eterno: ¿Pretendes borrarnos de la faz de la tierra? ¿Que se hunda nuestra economía en el momento en que más dinero ha recibido el país en toda su historia? ¿O quizá quieres que seamos llevados como esclavos a la Nueva Babilonia por obra de nuestros pecados y que sea borrado nuestro nombre como nación independiente?

Señor: una enseñanza tiene que haber en toda esta saña, pero sé un poco más claro, mi Dios. ¿Qué quieres de nosotros? Mira que somos un pueblo torpe de entendimiento y de dura cerviz, capaces de aplaudir como focas sonrientes y suicidas una declaración de guerra que acabaría con nosotros.

Señor: Vuelve tus ojos misericordiosos y perdónanos. Levanta ya tu castigo. Tú no eres un Dios rencoroso ni de venganza, sino de amor.

Hazlo pronto Señor, porque algunos sentimos ya una sensación de irrealidad y absurdo que puede desencadenar en locura. A veces uno siente que todo es una hipnosis colectiva, una regresión al siglo XIX de la que despertaremos aliviados a la cuenta de tres.

Señor, he pecado: he fantaseado con lo maravilloso que habría sido un gobierno de Alfaro Ucero y recuerdo con nostalgia la claridad ideológica de Pedroza.

Señor: casi estamos llegando al límite. Si es una prueba a nuestra razón, aquí estamos, guapeando, esperando tu misericordia. ¿Casaste una apuesta con el diablo y nos pones a prueba como a Job? Hemos dado muestras de tener su paciencia.

Piedad, Señor, Piedad… Si grandes son nuestras culpas, mayor es nuestra bondad.

D i o s i t o : ¡Auxilioooooooooooooooooooooo!

Laureano Márquez P.

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