Escribir en primera persona es algo a lo que los periodistas le solemos tener algo de alergia. Las escuelas de comunicación, los manuales de estilo, los tradicionales libros de texto, el uso y costumbre y, por supuesto, los maestros de este oficio, en la mayoría de los casos no recomiendan. El "yo digo que", o "yo pienso tal cosa" nunca será tan importante como el "hecho en sí" o lo que la gente piense, sienta o padezca por esa noticia. Sin embargo, toda excepción tiene su regla. Esperemos que quienes lean esto asuman el presente artículo como el relato de una testigo de excepción que se puede dar el lujo de describir cómo es a puertas adentro lo que la gente ve en pantalla. Y que conste que me tomo esa licencia ya sin el riesgo de que algún malintencionado piense o diga que esto se escribe en un mero gesto de "jalamecatismo" cosa que de paso no aplicaría porque ya laboralmente (afectivamente sí y mucho) no tengo vínculos con esa empresa.
Comienzo por decir, para aquellos que no lo sepan, que los estudios de esa planta televisiva están ubicados en una casa no muy grande. No es un gran edificio, ni una enorme infraestructura. Es una casa como cualquiera. Una casa de familia y créanme que así se siente. Durante casi cinco años cuando daban las tres de la tarde, llegaba a esa casa en plena efervescencia. Hora pico pues. Una sala de redacción bulliciosa y vibrante. Noticias iban y venían. Que si pasó tal cosa, que si fulano dijo lo otro, que si pásame esas imágenes, que si búscate una reacción, que si sale un equipo corriendo para el sitio de la noticia, que si el maquillador te dice "mija pasa por aquí que tienes cara de manifestación con gas del bueno", que si "apúrate que vamos al aire", que si "esto es urgente", que sí, que algo está pasando& Durante casi cinco años aprendí muchísimo de todos mis compañeros, pero básicamente tres cosas me marcaron: la calidad humana, la pasión por el periodismo y el arraigo al país. Y que conste que esto lo extiendo a todos los niveles. No porque nos guste como algunos pasarlo todo por el tamiz de la "lucha de clases", "la explotación del hombre por el hombre" y toda esa paja, sino porque en la "casa de las noticias" es común y cotidiano que los directivos estén como uno más en la sala de redacción, que sus oficinas estén abiertas para cualquier planteamiento y que "los plantones" y "los rayos" (como se dice en el argot de los reporteros) sean compartidos con ellos ya que suelen ser los últimos en irse a descansar "cuando algo está pasando". Chávez ha sentenciado a "la casa de las noticias", dio la orden de "poncharlos", de quebrarlos, de perseguir a sus dueños, a su personal y de "criminalizar" su trabajo. Más de uno ya hubiera bajado la cabeza (de hecho así ha pasado en más de un caso), pero en la pantalla de la "casa de las noticias" no hemos visto ni por un segundo un atisbo de miedo. El mejor ejemplo para todos en esta, la época del terror.
Comienzo por decir, para aquellos que no lo sepan, que los estudios de esa planta televisiva están ubicados en una casa no muy grande. No es un gran edificio, ni una enorme infraestructura. Es una casa como cualquiera. Una casa de familia y créanme que así se siente. Durante casi cinco años cuando daban las tres de la tarde, llegaba a esa casa en plena efervescencia. Hora pico pues. Una sala de redacción bulliciosa y vibrante. Noticias iban y venían. Que si pasó tal cosa, que si fulano dijo lo otro, que si pásame esas imágenes, que si búscate una reacción, que si sale un equipo corriendo para el sitio de la noticia, que si el maquillador te dice "mija pasa por aquí que tienes cara de manifestación con gas del bueno", que si "apúrate que vamos al aire", que si "esto es urgente", que sí, que algo está pasando& Durante casi cinco años aprendí muchísimo de todos mis compañeros, pero básicamente tres cosas me marcaron: la calidad humana, la pasión por el periodismo y el arraigo al país. Y que conste que esto lo extiendo a todos los niveles. No porque nos guste como algunos pasarlo todo por el tamiz de la "lucha de clases", "la explotación del hombre por el hombre" y toda esa paja, sino porque en la "casa de las noticias" es común y cotidiano que los directivos estén como uno más en la sala de redacción, que sus oficinas estén abiertas para cualquier planteamiento y que "los plantones" y "los rayos" (como se dice en el argot de los reporteros) sean compartidos con ellos ya que suelen ser los últimos en irse a descansar "cuando algo está pasando". Chávez ha sentenciado a "la casa de las noticias", dio la orden de "poncharlos", de quebrarlos, de perseguir a sus dueños, a su personal y de "criminalizar" su trabajo. Más de uno ya hubiera bajado la cabeza (de hecho así ha pasado en más de un caso), pero en la pantalla de la "casa de las noticias" no hemos visto ni por un segundo un atisbo de miedo. El mejor ejemplo para todos en esta, la época del terror.
María Isabel Párraga B
1 comentario:
Muchas gracias Padre Carlos!!!! Se le agradece!!!
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