El enorme daño socioeconómico a que es expuesta Venezuela en 2009, con inflación, sobrevaluación de la moneda, déficit fiscal y destrucción de la capacidad productiva y empleos, llega como el fatídico preámbulo al inconstitucional intento de ejecución de un plan socialista-chavista. La torpeza, falta de visión y avidez por la corrupción, domina la conducta de jefes chavistas de izquierda y militares. La situación empeorará al pretender ejecutar en una sociedad abierta y de arraigada cultura democrática lo que el pueblo chino comenzó a abandonar en 1978 y el ruso enfrentó como colapso en 1989. A los ideólogos chavistas y otros quienes son movidos por resentimiento social ciego, les cuesta comprender que más allá de sus ideas de igualitarismo primitivo, sus enemigos son internos: jefes políticos-militares que no son "hombres nuevos", sino inescrupulosos oportunistas y asaltantes, con pobre formación intelectual.
El proyecto socialista desempolvado por Jorge Giordani y sus asesores, es de esencia soviética y antidemocrático, pues la estructura comunal es un medio de control estatal, guiado por la burocracia presidencial. No tiene nada que evite los perversos incentivos al robo y mucho menos en la economía ampliamente distorsionada, inflacionaria, y corrompida, promovida por el clan cívico-militar del círculo de confianza de Hugo Chávez en 10 años. En los proyectos legislativos del modelo socialista se perciben la falta de aprendizaje de la experiencia socialista del siglo XX y la falta de sentido de responsabilidad y sensibilidad por las consecuencias para el pueblo. Planes que vienen ya sobre un terreno abonado de fracasos e inmoralidad en la gestión pública.
Los responsables del equívoco ideológico, juntos o revueltos en la corrupción -Hugo Chávez, Jorge Giordani, Alí Rodríguez, Nelson Merentes, Rafael Ramírez, Rodolfo Sanz, el clan militar del MBR-200 y otros- seguirán perdidos entre dogmatismo y avaricia, y en varios casos con visibles complejos de inferioridad en sus discursos ante los llamados imperios. Brasil, Rusia y China, las grandes economías emergentes, vistas con anhelo como socios en proyectos chavistas, en ningún caso tienen el más leve interés en los degradantes y empobrecedores planes chavistas. Aprovechan las oportunidades que les ofrecen.
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