Ya me ha pasado varias veces, mientras paseo por las hojas de un texto cualquiera y aspiro el olor a pulpa de papel y a novedad que jamás tendrá el Kindle Book de Amazon, que algún otro cliente ocasional pregunta si no ha llegado algo nuevo de Dai Sijie. Del cineasta y escritor nacido en China en 1954, residente francés desde hace más de 25 años, llegaron a Venezuela Balzac y la joven costurera china (2000) y El complejo de Di (2005). El primero es también la base de uno de sus cinco largometrajes (ninguno ha llegado hasta aquí), rodado y prohibido en China. Pues bien, la edición en español de última obra de Sijie está en las librerías del mundo (eso no es aquí) desde octubre pasado: Una noche sin luna.
Hay una escena allí que descubre por qué la obra de Sijie podría haber hecho eco en ese pozo profundo que guarda el ánimo de los lectores venezolanos por estos días. Ocurre en una tienda de verduras comunista, administrada por funcionarios del régimen. En apariencia todo procede de forma pulcra, las transacciones se anotan en uno de los cuadernos de la revolución con tinta indeleble, con los trazos finos de los dependientes, típicamente ex-oficiales del ejército. El dinero recogido en el día se guarda en una especie de monedero o caja chica.
De acuerdo con el narrador de esta fase del libro, un joven dependiente recién incorporado a la tienda, "había que ser de los íntimos para arrancarles (a los demás) la verdad sobre el ritual que se celebraba allí todas las tardes. ¡Qué exaltación! Temblaba de alegría y de miedo& Antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo, mis manos, mezcladas con las de los otros, arramblaron a ciegas con lo que había sobre la mesa: El dinero del Estado, el monedero del día. Las máscaras habían caído, todos nos habíamos liberado de nuestra fingida obediencia y nuestra confesada culpabilidad; los buenos trabajadores socialistas habían desaparecido; en la oscuridad estábamos al desnudo, como animales sedientos, famélicos, ávidos de dinero. La pequeña verdulería se había transformado en una especie de cubil: Ya no nos veíamos, pero oíamos nuestros jadeos, nuestros resoplidos animales".
Este párrafo me ha venido a la mente a raíz del debate surgido tras las denuncias de otro Monedero, Juan Carlos, acerca de los vicios del régimen que inhiben el florecimiento del sistema socialista que se procura implantar: El hiper-liderazgo, la burocracia, la corrupción, el militarismo, y el rentismo. En una conversión que sostuve con él hace poco ha ido más allá: Hay cosas en el ideario venezolano que no son consistentes con las premisas socialistas. Sería interesante preguntarse cómo Juan Carlos ha tardado tanto tiempo en darse cuenta de lo uno y de lo otro. Pero ese no es el punto principal. En cualquier caso, para su desgracia o fortuna (está por verse), ha encontrado cierto eco en una fracción nada despreciable de la militancia socialista. Leyendo a Sijie, uno no puede sino recordar que su decepción con Venezuela no es cosa nuestra, no es específica (aunque sin duda en nuestro caso el rentismo es un enorme agravante). Eso así en todas partes. Como se decía cuando yo era pequeño: Aquí, en Letonia y en Pekín.
Miguel Ángel Santos
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