Ante la adversidad siempre hay dos caminos: o te tiras a morir, haces un martirologio, te encierras en tu casa a sudar la depresión, rompes la vajilla de la impotencia y al final no tienes dónde comer, te arropas hasta la cabeza, cierras las cortinas y vives en la oscuridad sin querer ver la luz que inevitablemente siempre hay afuera a pesar de todas las circunstancias, o transformas toda aquella tristeza, rabia, dolor, incertidumbre ante tu futuro y el de los tuyos y necesidad de justicia en algo proactivo. Lo menos que puede pasar es que te mantengas ocupado y no anclado en el lado oscuro de la Luna, pero lo mejor de la historia es que ese "hacer" y no vegetar te haga sacar las fuerzas que en condiciones normales nunca pensaste que tendrías. En CNB lo hemos vivido. Hace más de una semana del cierre y quienes hacemos vida en este circuito hemos decidido que aún todo no está escrito. Que si nos cierran una ventana, nos metemos por una rendija. Y allí estamos, en la calle. Haciendo radio de blue jeans y zapatos de goma. Saliendo del aire acondicionado típicamente frío de los estudios a encontrarnos con la gente en las aceras. Cualquier sitio es bueno para ese acto mágico del contacto con el otro, que de manera espontánea se "presenta y dice" a micrófono abierto. Estamos en un camión sintiendo la energía urbana de una ciudad que clama a gritos ser escuchada. Estamos como se decía antes "perifoneando" con altavoces. ¿Comunicación alternativa? Sí, estamos en eso. Ausentes de una frecuencia radial por orden de un mandón atemorizado por lo que claman las audiencias, pero tratando de estar presentes en el día a día de algún escucha desprevenido que pase por la calle o la plaza en la que estemos instalados. Pero quizás una de las aristas más bonitas de esta historia que pretenden hacerla triste pero que hemos decidido transformarla en una intensa forma de hacer radio, es que hemos tenido la oportunidad de compartirla con otros colegas de otras emisoras que sienten este cuento como propio, porque de verdad lo es ante la amenaza de una espada de Damocles que está pendiendo sobre buena parte del espectro radioeléctrico. La radio es nuestra y como somos familia, sus hijos la estamos defendiendo y les confieso que más allá de la lucha, la hemos pasado muy bien en esas "rumbas de perifoneo" con los amigos de otras emisoras.
¿Quién dijo que todo está perdido? Ahora es que se va a escuchar la radio. La meta es que todos y cada uno de los venezolanos tomen este asunto como propio. Así como el oxígeno que no lo vemos pero es imprescindible para respirar, así es la libertad y la radio suena a eso. Así que súbele el volumen, saca tus cornetas a la calle, grita con todas tus fuerzas y niégate a entregar lo que por intangible te quieren arrebatar. Que no nos han callado aún& uff, ahora es cuando hay megáfono parejo...
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