Y se acabaron las vacaciones! Nos toca asumir la rutina y caer "en cuenta" de lo que tenemos por delante: un país que se nos cae a pedazos por los cuatro costados, pero en el que más allá de las quejas y reclamos más que justificados tenemos que empezar a construir. Más de uno a estas alturas dirá ¿y cómo?, eso le toca a la dirigencia, a quienes tienen poder de decisión.
En parte es cierto y más en un esquema que tienden hacia el control y dominio total, pero hay algo que podemos y debemos hacer todos casi que como "calistenia espiritual": tratar de ver más allá de este pandemónium y pensar que hay un futuro un poco más distante que las próximas 24 horas que creemos tener por delante.
Y es que nos hemos acostumbrado a vivir en este "presente imperfecto" como si no hubiera otra cosa, porque la verdad es que cuando tratamos de planificar alguna meta creemos que los "imponderables" se van a tragar nuestros sueños. Así vamos, dando tumbos en este cuarto oscuro llamado Venezuela. Atónitos ante una "hiper realidad" que supera nuestra capacidad de comprensión de todas las cosas que pasan, cada una peor que la otra y con una velocidad que nos hace, casi imposible digerir semejante ingesta de penas. Pero, precisamente por eso, el reto es doble. Imaginarnos que el mal no puede durar cien años, no solamente porque no hay cuerpo que lo resista y porque todos merecemos un futuro, sino porque debemos trabajar en cosas concretas para aligerar el camino.
Hay muchísimas tareas pendientes, pero en lo concreto hay una que nos aguarda: la Ley de Educación. Y que conste que no se trata de asumir el hecho con una sobrerreacción desproporcionada y exclusivamente emocional, sino desde lo racional y lógico ponernos a trabajar para minimizar el deseo de control absoluto del régimen sobre este factor tan sensible.
¿Que cómo hacerlo? El asunto no es dejar a nuestros hijos en la puerta del colegio y luego despotricar en la esquina contra lo que algunos ni siquiera conocen. La idea es traspasar las puertas de las instituciones educativas, enterarse, discutir, actuar y ser partícipes de las distintas decisiones que se asumirán en relación a esta Ley, que ya está vigente y de la que aún no hemos visto su peor cara, porque todavía faltan los reglamentos para su total aplicación. He allí el detalle y donde puede realmente estar el ácido&
Allí tenemos una "acción de esperanza" concreta y necesaria. ¿Qué cosa nos puede atar más al mañana que luchar por la personificación del fututo como lo son nuestros hijos?
El régimen decidió traspasar esa "última frontera" y tratar de implantar la "tierra arrasada" ahora en el tema educativo. Las vacaciones han jugado a su favor. Hasta hoy& ¡Bienvenidos al curso 2009-2010!
En parte es cierto y más en un esquema que tienden hacia el control y dominio total, pero hay algo que podemos y debemos hacer todos casi que como "calistenia espiritual": tratar de ver más allá de este pandemónium y pensar que hay un futuro un poco más distante que las próximas 24 horas que creemos tener por delante.
Y es que nos hemos acostumbrado a vivir en este "presente imperfecto" como si no hubiera otra cosa, porque la verdad es que cuando tratamos de planificar alguna meta creemos que los "imponderables" se van a tragar nuestros sueños. Así vamos, dando tumbos en este cuarto oscuro llamado Venezuela. Atónitos ante una "hiper realidad" que supera nuestra capacidad de comprensión de todas las cosas que pasan, cada una peor que la otra y con una velocidad que nos hace, casi imposible digerir semejante ingesta de penas. Pero, precisamente por eso, el reto es doble. Imaginarnos que el mal no puede durar cien años, no solamente porque no hay cuerpo que lo resista y porque todos merecemos un futuro, sino porque debemos trabajar en cosas concretas para aligerar el camino.
Hay muchísimas tareas pendientes, pero en lo concreto hay una que nos aguarda: la Ley de Educación. Y que conste que no se trata de asumir el hecho con una sobrerreacción desproporcionada y exclusivamente emocional, sino desde lo racional y lógico ponernos a trabajar para minimizar el deseo de control absoluto del régimen sobre este factor tan sensible.
¿Que cómo hacerlo? El asunto no es dejar a nuestros hijos en la puerta del colegio y luego despotricar en la esquina contra lo que algunos ni siquiera conocen. La idea es traspasar las puertas de las instituciones educativas, enterarse, discutir, actuar y ser partícipes de las distintas decisiones que se asumirán en relación a esta Ley, que ya está vigente y de la que aún no hemos visto su peor cara, porque todavía faltan los reglamentos para su total aplicación. He allí el detalle y donde puede realmente estar el ácido&
Allí tenemos una "acción de esperanza" concreta y necesaria. ¿Qué cosa nos puede atar más al mañana que luchar por la personificación del fututo como lo son nuestros hijos?
El régimen decidió traspasar esa "última frontera" y tratar de implantar la "tierra arrasada" ahora en el tema educativo. Las vacaciones han jugado a su favor. Hasta hoy& ¡Bienvenidos al curso 2009-2010!
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