El temor cuasi reverencial de los presidentes del continentes ante el intervencionismo chavista en asuntos de otros países aún se mantiene y eso quedó de manifiesto en la Cumbre de Unasur, aunque sólo uno de ellos, Álvaro Uribe, fue el único capaz de expresarlo sin tapujos ante una Cristina Fernández quien, con su carita de yo no fui, tuvo la osadía de preguntarle al Presidente colombiano qué pretendía señalar cuando hizo la denuncia. El domingo Chávez mostró un pesado maletín negro "que no quise sacar (en Bariloche) porque no valía la pena". Una metáfora desafortunada porque cuando Chávez esgrime maletines en Argentina la gente lo asocia con aquel otro maletín, también negro, que una vez abierto se convirtió en una auténtica bomba que hizo estragos en Miraflores y la Casa Rosada.
Pero la falsa candidez de una veterana de mil batallas políticas se queda chiquita ante el desparpajo de Evo Morales, escudero de Chávez en la región, a quien encargaron decir lo que su mentor piensa porque a éste Lula le impuso una penitencia de severa contención: "Chávez, cuida tu lengua". De manera que el líder cocalero se esmeró en emular al rey caribe en un flamígero ataque contra la intervención norteamericana en su país, cuidándose de revelar la profundidad y el volumen de la presencia venezolana en el seno de la hija preferida de El Libertador. Y baste sólo recordar la denuncia del General Luis Trigo, Comandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia, quien hace un año escaso denunció el intervencionismo militar de Chávez en asuntos políticos internos "que mella profundamente nuestra dignidad e integridad".
Otra de las intervenciones carentes del menor sentido de la vergüenza fue la de Rafael Correa, caradura de marca mayor, quien se dio el tupé de culpar a Uribe por una presunta pasividad a la hora de combatir la guerrilla. Correa, quien dio fe de una permanente presencia militar en la frontera norte de su país, no supo ni quiso explicar cómo pudo las FARC instalar un campamento estable en suelo ecuatoriano, al cual llegaron las Fuerzas Armadas colombianas para bombardearlo, sin que los militares de su país pudieran descubrir el escondrijo de Raúl Reyes, ni detectar la intromisión de sus colegas colombianos. Eso, sin contar el video del Mono Jojoy, donde se hace mención clara y precisa del apoyo económico de las FARC a Correa durante su campaña electoral.
Tales "minucias", que influyen en la suerte del hemisferio, suelen ser pasados por alto en las cumbres presidenciales porque todos, (desde el grandulón Brasil, hasta el pequeño Paraguay e incluso la vecina Colombia) mantienen intereses con el gobierno de Chávez que se convierten en horcas caudinas. Es más fácil atacar lo obvio, es decir el imperio, mientras se acompaña el almuerzo con Coca Cola (detallito nada despreciable) y jugar al celestinaje con la conciencia bien alimentada.
Pero la falsa candidez de una veterana de mil batallas políticas se queda chiquita ante el desparpajo de Evo Morales, escudero de Chávez en la región, a quien encargaron decir lo que su mentor piensa porque a éste Lula le impuso una penitencia de severa contención: "Chávez, cuida tu lengua". De manera que el líder cocalero se esmeró en emular al rey caribe en un flamígero ataque contra la intervención norteamericana en su país, cuidándose de revelar la profundidad y el volumen de la presencia venezolana en el seno de la hija preferida de El Libertador. Y baste sólo recordar la denuncia del General Luis Trigo, Comandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia, quien hace un año escaso denunció el intervencionismo militar de Chávez en asuntos políticos internos "que mella profundamente nuestra dignidad e integridad".
Otra de las intervenciones carentes del menor sentido de la vergüenza fue la de Rafael Correa, caradura de marca mayor, quien se dio el tupé de culpar a Uribe por una presunta pasividad a la hora de combatir la guerrilla. Correa, quien dio fe de una permanente presencia militar en la frontera norte de su país, no supo ni quiso explicar cómo pudo las FARC instalar un campamento estable en suelo ecuatoriano, al cual llegaron las Fuerzas Armadas colombianas para bombardearlo, sin que los militares de su país pudieran descubrir el escondrijo de Raúl Reyes, ni detectar la intromisión de sus colegas colombianos. Eso, sin contar el video del Mono Jojoy, donde se hace mención clara y precisa del apoyo económico de las FARC a Correa durante su campaña electoral.
Tales "minucias", que influyen en la suerte del hemisferio, suelen ser pasados por alto en las cumbres presidenciales porque todos, (desde el grandulón Brasil, hasta el pequeño Paraguay e incluso la vecina Colombia) mantienen intereses con el gobierno de Chávez que se convierten en horcas caudinas. Es más fácil atacar lo obvio, es decir el imperio, mientras se acompaña el almuerzo con Coca Cola (detallito nada despreciable) y jugar al celestinaje con la conciencia bien alimentada.
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