La prensa nacional -y afortunadamente también la internacional- viene reseñando que tras la represión policial y militar, ahora Chávez recurre también a grupos de choque armados y financiados por su gobierno para contener las pacíficas protestas estudiantiles. Ver que los chamos hacen marchas gigantescas y logran que su pancarta "Chávez tás ponchao" apareciese en todos los medios internacionales (sin un bolívar de presupuesto) y al mismo tiempo comprobar que los 731 medios oficiales no pueden contra el "twittereo" masivo, han destrozado el ego de Chávez. A ese malhumor contribuyen también los resultados de las encuestas (con rechazos del 89% a la cubanización) y las apagadas "concentraciones" del oficialismo, a las que, pese a las amenazas, asisten cada vez menos funcionarios públicos y de los otrora apasionados defensores de la revolución.
La clandestina prensa oficial (no es leída ni por rojitos) se pregunta dónde están los jóvenes revolucionarios que no hacen marchas multitudinarias como las de los "fascistas contrarrevolucionarios". La respuesta es sabida, pero no dicha: Chávez no tiene jóvenes, ni intelectuales, ni dirigentes populares y laborales de garra. Mientras los tres últimos años hemos visto desfilar a tres generaciones distintas de estudiantes enarbolando la bandera de la libertad de expresión, de la democracia y la convivencia, el Gobierno exhibe como "estudiantes" a las pocas caras de siempre, incrustadas en la nómina pública y repitiendo las mismas desgastadas consignas
Visiblemente inepto para desactivar el polvorín social que podría estallar en cualquier momento (como el de la electricidad) Chávez decide importar al sanguinario Ramiro Valdés (no en vano llamado "charco de sangre" por quienes lograron sobrevivir a sus criminales torturas) para que comande a los "65 mil cubanos que copan las áreas claves del país" (El Universal 04-02-2010). Aunque se dice oficialmente que el torturador Valdés viene "para asesorar a Chávez en materia eléctrica" (labor para la cual no tiene calificación pues Cuba ha vivido 50 años a oscuras, en medio de la represión y el hambre del pueblo), lo cierto es que a tal asesino se le conoce como "el gran censor" por su experiencia como ministro de Informática y Comunicaciones de Cuba. Valdés (quien ahora dará otro mordisco para su empresa Copextel, la misma que vendió la chatarra para las emisoras "comunitarias") llega a pocos días de que Chávez ordenase el control del "terrorismo" de Internet, en vista del extraordinario impulso ciudadano a las redes sociales que muestran la represión, corrupción e ineficacia del desbarrancado gobierno, a diferencia de los autocensurados medios tradicionales.
Mientras se sienten los primeros efectos de la devaluación en el desabastecimiento (leche, café, aceites, harina de maíz, autopartes, etc.), agravados porque Cadivi no ha dado un dólar este año para importaciones; la inseguridad campea; la crisis eléctrica no tiene solución a corto plazo y Pdvsa ha incrementado su deuda financiera 476% en cinco años, la obsesión de Chávez es permanecer 22 años más en el poder a costa de lo que sea. ("He cumplido 5 veces 11 y los próximos 11 (&) tendré 22 como Presidente (...l.) y en los otros 11 que vienen serían 77 años y 33 como Presidente").
El descontento es masivo y contagia también a los "revolucionarios". El Comité Central del PCV advierte esta semana que "la situación tiende a complicarse con males como la falta de planificación, el clientelismo, el aumento de la burocracia (&) la ineficiencia, el amparo de la corrupción, las fallas en seguridad, salud, agua y electricidad (&), la quiebra de varios bancos seriamente comprometidos en corrupción, lavado de dinero y, lo más grave, el manejo de activos gubernamentales (...). La devaluación (&) y la existencia de sectores burgueses medrando dentro del Gobierno y buscando afianzar sus privilegios obtenidos a través de la corrupción (...). "Desde el MT se impide el derecho a huelga declarando ilegales los conflictos y liquidando las demandas de los trabajadores. Continúan los despidos masivos y la persecución hacia las organizaciones sindicales que no comparten la política del Gobierno o tiene diferencias con el PSUV". (El Nacional 30-01-2010).
Después de recibir el regaño de Chávez porque no reprimía a los estudiantes larenses y ver su policía arrebatada por el MIJ, el gobernador Henry Falcón hizo caso omiso de la advertencia presidencial y se reunió con los jóvenes: "En mi Estado -dijo- caben los que piensan distinto". La radicalización aumenta la discrepancia. Así que el sanguinario Valdés viene no sólo a espiar, censurar y reprimir a la oposición, sino a los sospechosos de disidencia en el Gobierno, que crecen como la verdolaga.
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