La revolución ha incrementado al máximo nuestra dependencia del petróleo. La revolución bolivariana está abarrotada de contradicciones y paradojas en todas las dimensiones que uno explore. Una de esas dimensiones es la petrolera. Veamos cinco de esas paradojas. Primera. Que la revolución necesita que la economía capitalista mundial se expanda y fortalezca para que se mantengan y aumenten la demanda y los precios del petróleo y así poder seguir financiándose. Es una paradoja increíble; que el gobierno revolucionario necesite que su supuesto enemigo siga creciendo para poderse él mantener en pie. La segunda paradoja es que para asegurarse el mejor precio posible en los mercados internacionales, el gobierno "anticapitalista" debe hacerse parte de un cartel, el de la OPEP, una práctica propia del capitalismo más salvaje; ese que la revolución más cuestiona. El Gobierno practica a nivel planetario aquello que condena tan vigorosamente en su discurso. La tercera contradicción, es que mientras más asegura su viabilidad económica con precios altos del petróleo, más empobrece a los países más pobres del mundo, a los cuales vive permanentemente declarándole su solidaridad. Los altos precios del petróleo afectan desproporcionadamen te a los países más pobres. La cuarta contradicción es que el cliente más importante del petróleo que vendemos es Estados Unidos, el principal enemigo de la revolución. Estados Unidos está además envuelto en dos guerras que la revolución bolivariana condena y para las cuales el petróleo es un combustible fundamental. La quinta contradicción es que la revolución bolivariana ha incrementado al máximo nuestra dependencia del petróleo. Nos hemos vuelto puro petróleo. Los años que van del 2006 al 2009 están entre los de mayor dependencia petrolera que el país haya experimentado en su historia. La revolución que supuestamente buscaba diversificar la economía, nos ha hecho más monoexportadores, más monodependientes. Todo en nombre de la revolución.
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