Uribe se lo puso en bandeja de plata. Como parte de este despliegue patriotero-místico que hemos visto en los últimos días en el que se "jurungan" los muertos (buscando lo que no se les ha perdido con un equipo de CSI revolucionario destinado a descubrir el "supuesto" asesinato del Libertador, mientras aquí matan a alguien cada 45 minutos sin que eso le importe a las autoridades), ahora el gobierno está bordando y cosiendo banderas enarbolando un manido simbolismo y queriendo sembrar las bases para un nueva religión ultranacionalista en la que el Sumo Sacerdote pregona a los cuatro vientos el credo de la soberanía. Por eso decimos, el archienemigo a quien insulta cada vez que puede se la puso "que ni pintada" para exacerbar esta épica reencauchada en la que él es Bolívar y Uribe, Santander. Así resulta que dos meses antes de las elecciones se envuelven todos en la bandera y lejos de responder como cualquier gobierno serio lo haría por aquello de que quien no la debe no la teme y decir: "vengan acá que tenemos flores" (sic), revisen todo lo que deseen, entren que caben cien y vayan a donde están los supuestos campamentos", la reacción es la de una indignación sospechosísima y sobredimensionada. Lo primero porque al negarse a una investigación lo que generan es que se acrecienten los malos pensamientos y lo segundo porque después de tanto grito y batida de enaguas dentro de dos semanas cuando cambie el Gobierno en el vecino país las aguas se calmarán (afortunadamente). Sin embargo, si no fuera porque el hecho de pensarlo ya es una verdadera locura pareciera que Uribe se hubiese puesto de acuerdo con Chávez para hacerle el favor de escribirle unas cuantas líneas al guión heroico de estas últimas semanas.
Así estamos en medio de esta película de héroes muertos desenterrados y copias defectuosas de los anteriores que hacen uso de la Historia y se inventan una propia para desviar la atención de los hechos que verdaderamente le afectan a la mayoría: alimentos podridos e inseguridad (por mencionar los dos más resaltantes) ya que el régimen preferiría que el resto sufriéramos de amnesia temporal y se borraran de los grandes titulares de los pocos medios libres que aún quedan.
Sin embargo, una cosa es lo que quiere el líder que pase y otra lo que está generando. Si bien toda esta historia pretende arar a favor del nuevo culto patriotero y revolucionario, la realidad no se ha podido ocultar ya que es demasiado evidente, contundente y cotidiana. La gente quiere respuestas a su propia gesta diaria en la que el solo hecho de "vivir" es una epopeya. Todo eso sin contar con "la raya" internacional de todo este asunto. Sí, la semana que recién concluye no fue buena para el Gobierno a pesar de todos los ritos. Amén.
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