El afán de poder de Chávez divide a los venezolanosHugo Chávez cuenta con muchas cosas que le envidiarían otros mandatarios: apoyo popular, una oposición aislada, el Congreso de su lado y otro mandato de seis años para hacer lo que quiera.
A menos de dos meses de haber sido reelegido, Chávez asumirá nuevas atribuciones que le permitirán reformar la sociedad por decreto, colocando a Venezuela en el umbral de una serie de cambios profundos. La aprobación de la medida por parte de la Asamblea Nacional, que tendrá lugar probablemente mañana miércoles, es considerada una formalidad.
Chávez dice que se está comenzando una nueva era, en la que planea nacionalizar varias empresas, imponer nuevos impuestos a los ricos y reorientar la educación hacia los ``valores socialistas''.
Con un fervor casi religioso y una gran riqueza petrolera, Chávez usa su fuerza política como nunca antes.
Ya han empezado a sentirse los efectos del cambio, tanto los venezolanos felices porque esperan tener voz en una sociedad más equitativa, como otros que temen perder progresivamente las libertades individuales. Los aconteceres diarios alimentan la sensación de que el país se encuentra en transición.
Bajo los reflectores en el patio de una escuela, un grupo de vecinos se reúne de noche para hablar sobre los mecanismos del poder en Venezuela. Pero no el que se concentra en las manos de Chávez, sino más bien a nivel de bases. Como miembros de los recién formados Consejos Comunales, empiezan a tener una participación más directa en el manejo de los fondos gubernamentales para proyectos que van desde la vivienda hasta reparar huecos en las calles.
''El poder ejecutivo ha estado promoviendo cambios importantes'', dijo por medio de un micrófono Freddy Alvarez, poblador de la localidad, quien indicó que la ley considerada por la Asamblea representa un paso en la campaña para traspasar ``el poder a las comunidades''.
''El país avanza hacia una transformación, vinculada directamente con todos nosotros'', precisó, llamando a más vecinos a unirse a los consejos.
Aunque no todos los reunidos apoyan a Chávez, esta asamblea en el barrio de clase trabajadora de El Junquito es un caso de lo que el mandatario describe como un ejemplo de que el país marcha hacia el socialismo.
El gobierno ha incrementado los fondos, este año el equivalente a $1,800 millones, para la creciente red de organizaciones comunitarias, actualmente miles, que los destinan para obras públicas a nivel de barrios.
El encuentro en El Junquito parece una reunión de una asociación de vecinos y no se nota un rígido tinte ideológico. Chávez, no obstante, comparó estos consejos con las asambleas populares que surgieron durante la revolución rusa.
''Todo el poder para los Consejos Comunales, el poder para el pueblo'', afirmó recientemente el mandatario por televisión. ''Es el poder de la revolución'', agregó.
En discursos en los que cita a Marx y Lenin, Chávez afirmó que los consejos deben promover la creación del ''socialismo del siglo XXI'' y la ``conciencia social''.
Ante la embajada española, decenas de personas hacen fila con sus documentos listos. Muchos planean viajes turísticos o de estudio, pero Henry Krakower tiene motivos diferentes: planea usar su ascendencia española a fin de solicitar un pasaporte para su hijo de 10 años, en caso de que tengan que abandonar Venezuela.
''Darle todo el poder a una persona, para que decida por mí, no creo que sea lo mejor'', dice Krakower, de 48 años, vendedor cuyos padres judíos llegaron al país procedentes de Polonia y España.
Krakower y su esposa han tratado día tras día de encontrar pistas en los discursos de Chávez sobre lo que ocurrirá. Temen que planee nuevas restricciones económicas y que imponga la educación ideológica en las escuelas, incluso en el plantel judío privado donde estudia su hijo, como parte de la reforma educativa.
Y aunque las autoridades prometen total libertad de religión y expresión, Krakower señala que algunos de los compañeros de su hijo enfrentan dilemas similares, dado que sus padres consideran la posibilidad de abandonar el país.
Krakower se siente incómodo con el plan de la Asamblea de concederle nuevas atribuciones al Presidente. La última versión de la ''ley habilitante'' le permitiría a Chávez ''dictar normas'' por decreto durante un período de 18 meses en 11 áreas, desde el ''ámbito económico y social'' hasta el de ``la transformación de las instituciones del Estado''.
''Yo creo que va a hacer lo que el señor presidente quiera hacer, porque él va a tener el poder decisivo de todas las cosas, en todos los ámbitos'', precisó Krakower. ``Veo que vamos hacia el totalitarismo''.
El mandatario venezolano asegura que respetará la propiedad privada, aunque ha dicho que impondrá un impuesto a los bienes suntuosos, incluidas segundas viviendas y colecciones de arte.
La economía está en una etapa floreciente debido a los altos precios del petróleo y los centros comerciales están llenos de gente.
Pero no todos están contentos. Teresa Cifontes, una jubilada de 65 años, pronostica que ``en un año habrá comunismo total''.
Cifontes ha dejado de hablar con algunos familiares que apoyan a Chávez.
''Son ciegos... Lo que está haciendo es una dictadura'', manifestó.
Mientras no se produzca una caída abrupta de los precios del petróleo, lo que parece improbable, no hay nada en el horizonte que pueda impedir las reformas que planea Chávez. El presidente de la Corte Suprema, Omar Mora Díaz, ve con buenos ojos el que el mandatario legisle en ciertas áreas por decreto. No hay casi protestas callejeras y las quejas de los políticos de oposición, que no tienen representación en la Asamblea porque boicotearon las elecciones del 2005, son generalmente ignoradas por la mayoría chavista.
En San Juan, un barrio pobre de Caracas, la gente no se explica el malestar de algunos con la noción de que Chávez concentre todo el poder. Ese sector se ha beneficiado con la llegada de Chávez: los niños comen gratis en las escuelas, médicos cubanos atienden gratis a los humildes y los ancianos se ejercitan por las mañanas como parte de un programa con entrenadores cubanos.
''Las intenciones del presidente son muy buenas. Quiere un país donde todo funcione bien. ¿Qué más podemos esperar?'', señaló Lourdes Mujica, una mujer que padece de artritis reumatoide. El gobierno costea los gastos de su tratamiento, le da una pensión de $238 mensuales y clases para adultos gratis.
Mujica expresó que eso hubiera sido impensable antes de la llegada de Chávez al gobierno.
Otra vecina, Danny Albarrán, aduce: "Más democracia no podemos tener''.
IAN JAMES/Associated Press CARACAS
Nuevo Herald