11 febrero 2007

Cómo se destruye un país

Es preocupante lo que dice Marta Colomina en este artículo. No se qué hará falta para que la gente despierta y se de cuenta de lo que está pasando.

Cómo se destruye un país


Los gobiernos populistas que siembran vientos al perseguir a los empresarios, recogen las tempestades de la inflación y del desabastecimiento, los peores enemigos de los pobres. El costo de la comida en Venezuela creció un 4% en enero, hecho que impulsó el incremento acumulado en el precio de los alimentos desde enero de 2006 a enero de 2007 en un alarmante 31,1%.

Así que quien soberbiamente pisó el acelerador para materializar el Socialismo del Siglo XXI no corre el riesgo de ser derrocado por los generales que gritan impúdicamente "socialismo, patria o muerte", sino por los millones de venezolanos descontentos por el desabastecimiento, la inflación, el desempleo y el auge incontrolado del hampa criminal enseñoreada de Venezuela.

Los dos millones de desempleados y los aún más numerosos de la hoy perseguida economía informal constituyen la legión de indignados ante la ineptitud e incumplimiento del Gobierno en materias tan urgentes como seguridad personal, empleo y costo de la vida. Comprueban que pasado el 3D ya no son necesarios para votar varias veces y gritar "¡Uh, Ah, Chávez no se va!". El emperador está más ocupado en ser gobernante vitalicio, importar cuatro mil toneladas de hoja de coca de Bolivia (¿para adormecer el hambre en los barrios, en vista de que comida no hay?), regalar millones de petrodólares a sus amigos políticos del continente o comprar armas sofisticadas, que en solucionar los crecientes y cada vez más graves problemas del país y sobre todo de los más pobres.

Los anuncios de Chávez sobre la nacionalización de la Cantv y Elecar y la indicación a los obispos de leer a Marx y Lenin para saber lo que es su "socialismo", encendieron las alarmas de los inversores internos y externos y dispararon el mercado paralelo. Simultáneamente Cadivi pasó de proveer el chorro de divisas que batieron récord de importaciones en el 2006, a suspender la entrega de dólares para bienes tan necesarios como autopartes, productos farmacéuticos, equipos médicos y otros. Con la ignorancia de quien nunca ha trabajado, (ninguno de los voceros oficiales ha producido una papa, ni un kilo de azúcar, ni un bien manufacturado) al Gobierno le entra la urgencia de "sustituir importaciones" en medio de un sector industrial apaleado por el control de precios y por las políticas hostiles de la revolución. El resultado está a la vista: desabastecimiento, precios por encima de la regulación e inflación imparable, entre tanto los ineptos que anidan en los ministerios y en la AN culpan a los empresarios de "acaparamiento" y de planes "desestabilizadores". Mientras el BCV reconoce desabastecimiento en el 26% de los rubros (sobre todo alimentos), el ministro Carreño declara que "rumores de desabastecimiento buscan desestabilizar el país". Incluso sugirieron prohibir a los medios hablar "del dólar permuta" y difundir declaraciones de los expertos sobre el enorme impacto inflacionario en el conjunto de la economía (el costo de las viviendas, por ejemplo). Basta un poco de sentido común para saber que la presión sobre el dólar paralelo impulsó la inflación de enero y que el control irracional de precios (nadie puede vender por debajo de los costos de producción) ha producido el desabastecimiento

Hace dos semanas el Gobierno dijo que el dólar permuta no influía en la inflación porque apenas se transaba en ese mercado un 5% (porcentaje inexacto porque las transacciones llegan al 33%) y hoy luce acorralado por su torpeza. Anuncia la emisión de bonos en dólares para bajar la presión sobre el mercado paralelo y dice que va a conversar con los empresarios para suscribir acuerdos racionales sobre precios y estímulos a la producción (cosa que seguramente incumplirá, una vez más). Como lo acaba de hacer con los ganaderos respecto al precio de la carne. Los supermercados y el Gobierno decidieron importar, lo que producirá desempleo y ruina en un sector tan estratégico de la producción.

Y no suscribirá acuerdos porque el propósito es arruinar al país para acrecentar la legión de indigentes. Ante un plan del general Guacaipuro Lameda para erradicar la pobreza, el ministro Giordani le dijo hace tiempo: "tú no has entendido Guacaipuro. La revolución no puede sobrevivir sin pobres". Por eso Chávez, obsesionado con permanecer en el poder hasta su muerte, imita a Fidel en su afán de mantener a todos los ciudadanos dependientes de las limosnas gubernamentales. Por eso la "revolución" ya liquidó a los poderes públicos y está destruyendo a Pdvsa, al sector privado, a los medios de comunicación (RCTV) a las universidades autónomas, a la Iglesia y a todo cuanto genere riqueza material, conocimiento y valores. Y para quien no se resigne Chávez ya dijo: "Las armas están para hacer realidad el socialismo". Así se destruye un país..., si le dejamos.

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