Con las estatizaciones ganarán tres y perderán siete.
Ganarán:
1. Los altos funcionarios, quienes tendrán más personal y recursos para manejar. Se harán más poderosos.
2. Los partidos oficialistas que contarán con más espacios para el clientelismo político; oportunidades para ofrecerle cargos a los compañeros de partido y fondos para organizar las actividades de la revolución.
3. Los grupos económicos cercanos al Gobierno que harán negocios con las empresas estatizadas, independientemente de su solvencia técnica o financiera.
Perderán:
1. Los consumidores, porque la calidad de los servicios se deteriorará si utilizamos como referencia el desempeño actual de las empresas públicas o el que tuvieron las que fueron privatizadas. También perderán porque cuando tengan alguna queja tendrán que acudir al mismo ente que provee los servicios. El Estado se hace juez y parte.
2. Todas las empresas del país, que dependerán de servicios menos eficientes y politizados. Serán menos competitivas.
3. Los empleados de las empresas estatizadas, quienes estarán sometidos a las discriminaciones políticas del Gobierno y sus beneficios y condiciones tenderán a homologarse con las del sector público que lamentablemente son inferiores.
4. Los accionistas de las empresas estatizadas, muchos de ellos trabajadores de esas mismas empresas, quienes verán disminuir el precio de sus acciones y patrimonio.
5. Los desempleados, porque al ahuyentar la inversión extranjera el Gobierno dificulta la creación de empleos por el sector privado.
6. Las organizaciones de la sociedad civil que reciben apoyo de las empresas a estatizar. Si no comulgan con el Gobierno no recibirán ayuda.
7. El pueblo en general que tendrá un Estado más disperso y por tanto con menor capacidad gerencial y financiera para atender los sectores en los cuales su actuación es insustituible.
En síntesis, ganan los gobernantes y pierden los gobernados.
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