¿A quién de ustedes les gusta que los comparen con grandes deportistas o con grandes personalidades? Por lo menos a mi me gusta. Oye, te pareces a Brad Pitt. Tienes un parecido a Tom Cruise... Pero no nos gusta que nos comparen con personas que no han sido o no son exitosas. Acá en este artículo comparan a Venezuela y la equiparan a Libia. No digo más.
Grandes mentiras
Los grandes mentirosos son mucho más creíbles que los pequeños, como bien pensara Hitler. Dos de los mayores y mejores ejemplos actuales son las grandes mentiras sobre Libia y Venezuela. El embuste de Libia consiste en decir que no es un Estado terrorista, sino un socio de la paz. La de Venezuela radica en decir que no es un Estado forajido, sino una social democracia que trabaja por los pobres. Nada podría estar más alejado de la realidad, pero el mundo dirige su atención a problemas reales, mientras que Libia y Venezuela bombardean sus verdades en los medios de comunicación libres del mundo.
Ambos países gastan grandes sumas para contar sus mentiras a un mundo ocupado que mayoritariamente las cree. Esto se debe a que el mundo es abierto, mientras que Libia y Venezuela son cerradas. Gadafi gobierna Libia con mano de hierro y afirma que el pueblo manda. Chávez hace lo mismo en Venezuela. Aunque ambos acallan la oposición interna con petrodólares, amenazas o violencia. Ambos se presentan al mundo como defensores de los mejores intereses de la humanidad.
En realidad, las violaciones a los derechos humanos por parte de Libia y sus relaciones con terroristas no han disminuido, sino que ahora son clandestinas. Venezuela sigue el mismo rumbo al asumir que los detractores en el exterior no mirarán más allá de sus estaciones de gasolina Citgo o de las afirmaciones de sus bien pagados cabilderos en Washington.
Tanto Libia como Venezuela han tenido cierto éxito en lograr que sus mentiras sean creídas. Gadafi y Chávez gastan mucho tiempo y dinero para influir en EEUU y Europa, pero no lo logran, dado que éstos se muestran indiferentes ante Venezuela y Libia, salvo que haya petróleo en juego. Lo único que les preocupa es que el petróleo fluya.
Por supuesto, cuando el precio del crudo caiga, Libia y Venezuela pueden colapsar. Pero en sistemas cerrados, incluso un colapso total puede ser negado mientras el mismo arrasa la sociedad, porque nadie está mirando desde afuera ni nadie puede hablar adentro. Al igual que la URSS de antes y la Cuba actual, Libia y Venezuela son agujeros negros que se presentan a sí mismos ante el mundo como soles brillantes.
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