12 febrero 2007

Mitos del socialismo del siglo XXI

Casi todos los discursos presidenciales están orientados a empaquetar conciencias como si se tratara de la envoltura de un papelón adquirido en alguno de nuestros caseríos. Mientras los regímenes comunistas, como el cubano, restringen punitivamente cualquier manifestación de libre pensamiento (preguntar a los 45 médicos cubanos escapados a Colombia) Chávez manipula el concepto de socialismo y lo maneja a su antojo. No obstante el fracaso soviético, insiste que sólo a través de la acción colectiva, poniendo de ejemplo a Cuba, es como se puede propender la verdadera libertad, la decisión personal, y hasta el desarrollo individual. Sin embargo a la par de esa disertación disparatada, decide y anuncia unipersonalmente el cierre de uno de los medios de comunicación más importantes del país (RCTV). Para justificar su acción echa mano de heroicidades frívolas que extrae con pinzas del contexto histórico como por ejemplo del carácter socialista de Bolívar y hasta del mismo Cristo.

Cuando se siente la proximidad de cualquier crisis como la escasez de alimentos, producto de las erradas políticas y la ineficiencia del Gobierno, Chávez y sus ministros se apresuran a declarar que el sistema ampara la propiedad de los bienes privados de producción a la vez que se presenta como guardián del bienestar de los más débiles. Así se crearon las llamadas misiones, las cuales se llevan a cabo precariamente a través de difusas redes de distribución. Está estructura vidriosa se erige en un precario andamiaje de maniobra que se mueve al ritmo de los precios del petróleo. Es de observar si ante un descenso de su valor la utopía retórica denominada "popularidad" seguiría funcionando. Cabe recordar que ese simbolismo conceptual, por definición ambiguo, fue inventado por grandes corporaciones comprometidas con sus propios intereses.

Hay pruebas suficientes para aseverar que los derechos soberanos del individuo son un mito. El derecho a elegir está descartado mientras el CNE permanezca bajo control oficial. El derecho a una justicia con equidad es una utopía mientras el Poder Moral y el TSJ se acompasen para actuar en atención a la directriz política del jefe. No debe olvidarse el coro de jueces y abogados en la sede del TSJ ¡uh! ¡ah!, ¡Chávez no se va!. El derecho de tener unas fuerzas armadas que defiendan nuestros derechos constitucionales están suspendidos hasta tanto un general de la República no se atreva a ratificar en cadena de radio y TV el carácter socialista y revolucionario de quienes ostentan el monopolio de las armas. El derecho a expresarse libremente está en jaque mientras exista la Ley Resorte y los medios tiendan a autocensurarse. Y el que no, pues allí está el caso RCTV. Con relación al derecho a la vida basta revisar los índices de asesinatos semanales y el carácter atroz de alguno de ellos. El razonamiento que intuye que los derechos del individuo en todos los ámbitos de la vida pública son un mito se fundamenta en el incremento de poder del Presidente y la manera absoluta con que se arroga la facultad de representarnos a su manera y sin contrapeso. ¿Qué puede remediar esta anomalía institucional? Sólo la participación y acción organizada de las comunidades desde el sitio de hábitat pasando por las escuelas y hasta en los gremios donde cada quien se desenvuelve.



Miguel Bahachille
miguelbm@telcel.net.ve
El Universal

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