Está el gobierno empeñado en reformar el sistema educativo venezolano con el único fin de incluir en los programas de estudio el socialismo como asignatura fundamental para el amoldamiento de una nueva conciencia y estructura mental en el venezolano.
El intento aún no cuaja, pero el afán es tal que tarde o temprano aplicarán aquello de "la letra con sangre, entra" para inculcar en los estudiantes la ideología marxista-leninista, y atrofiar su capacidad de decidir por sí mismos mientras se les enseña a transferir a otro sus derechos.
Embozada en lo que algunos denominan "dictadura democrática", y que el padre Jesús Gazo justifica, sin turbación alguna, argumentando que "dictadura elegida no es dictadura", la determinación del presidente Hugo Chávez y su hermano el ministro de poner en marcha el "motor Moral y Luces" es una más de sus muchas decisiones irreductibles. Hay que forjar el hombre nuevo a como dé lugar. Ya sea según el método cartesiano del vaciamiento de los conceptos asimilados, ya mediante la práctica de algún tipo de lobotomía virtual que suprima todo lo aprendido antes de la revolución.
Decía Uslar Pietri que no era, por cierto, Moral y Cívica una asignatura que le mereciera confianza. Entre otras razones, porque "no se aprende moral en lecciones memorizadas. (…) Y si se aprende así, vale tanto como si no se aprendiera… Tampoco se aprende a ser buen ciudadano de una democracia aprendiendo los principios abstractos en que se funda un gobierno democrático".
La calidad de la educación venezolana ha mermado tanto en las últimas dos décadas, que si ya existían dudas sobre el esfuerzo de maestros y profesores en impartir con algún éxito Moral y Cívica dentro de un esquema de gobierno democrático, la perspectiva de la enseñanza de una nueva moral para el forjamiento de un ciudadano que se distinga del prerrevolucionario y del contrarrevolucionario, es -por decir lo menos- inquietante.
La revolución exige, como siempre, cambios que se produzcan desde la raíz. Esto implica, por lo tanto, destruir para construir, con lo cual las ideas de moral, cívica, patria, socialismo, justicia, igualdad y libertad tienen forzosamente que ser redefinidas y amoldadas al catálogo de valores y principios que ha elaborado el gobierno.
De esta titánica tarea se pretende encargar a docentes que, lamentablemente, en su mayoría, tienen, por una parte, serias fallas pedagógicas, y por otra, una cantidad de necesidades, especialmente económicas, que les coloca en la dilemática situación de hacer lo que se les ordena a riesgo de perder el empleo y los beneficios derivados de éste.
Cabe preguntarse qué clase de material bibliográfico, cuál metodología y con base en cuáles criterios y experiencia dictarán los maestros venezolanos una materia -en opinión de Uslar Pietri- tan poco concreta y delimitada como Moral y Cívica, en este caso, Moral y Luces en clave socialista.
Por lo que hoy vivimos, parece que nuestros maestros no supieron enseñarnos "democracia", o nosotros no alcanzamos a aprenderla. Si los docentes de la revolución consiguen disciplinar a los estudiantes de tal manera que asuman la ideología socialista como una forma de vida, se apagarán las luces de la libertad en Venezuela.
El intento aún no cuaja, pero el afán es tal que tarde o temprano aplicarán aquello de "la letra con sangre, entra" para inculcar en los estudiantes la ideología marxista-leninista, y atrofiar su capacidad de decidir por sí mismos mientras se les enseña a transferir a otro sus derechos.
Embozada en lo que algunos denominan "dictadura democrática", y que el padre Jesús Gazo justifica, sin turbación alguna, argumentando que "dictadura elegida no es dictadura", la determinación del presidente Hugo Chávez y su hermano el ministro de poner en marcha el "motor Moral y Luces" es una más de sus muchas decisiones irreductibles. Hay que forjar el hombre nuevo a como dé lugar. Ya sea según el método cartesiano del vaciamiento de los conceptos asimilados, ya mediante la práctica de algún tipo de lobotomía virtual que suprima todo lo aprendido antes de la revolución.
Decía Uslar Pietri que no era, por cierto, Moral y Cívica una asignatura que le mereciera confianza. Entre otras razones, porque "no se aprende moral en lecciones memorizadas. (…) Y si se aprende así, vale tanto como si no se aprendiera… Tampoco se aprende a ser buen ciudadano de una democracia aprendiendo los principios abstractos en que se funda un gobierno democrático".
La calidad de la educación venezolana ha mermado tanto en las últimas dos décadas, que si ya existían dudas sobre el esfuerzo de maestros y profesores en impartir con algún éxito Moral y Cívica dentro de un esquema de gobierno democrático, la perspectiva de la enseñanza de una nueva moral para el forjamiento de un ciudadano que se distinga del prerrevolucionario y del contrarrevolucionario, es -por decir lo menos- inquietante.
La revolución exige, como siempre, cambios que se produzcan desde la raíz. Esto implica, por lo tanto, destruir para construir, con lo cual las ideas de moral, cívica, patria, socialismo, justicia, igualdad y libertad tienen forzosamente que ser redefinidas y amoldadas al catálogo de valores y principios que ha elaborado el gobierno.
De esta titánica tarea se pretende encargar a docentes que, lamentablemente, en su mayoría, tienen, por una parte, serias fallas pedagógicas, y por otra, una cantidad de necesidades, especialmente económicas, que les coloca en la dilemática situación de hacer lo que se les ordena a riesgo de perder el empleo y los beneficios derivados de éste.
Cabe preguntarse qué clase de material bibliográfico, cuál metodología y con base en cuáles criterios y experiencia dictarán los maestros venezolanos una materia -en opinión de Uslar Pietri- tan poco concreta y delimitada como Moral y Cívica, en este caso, Moral y Luces en clave socialista.
Por lo que hoy vivimos, parece que nuestros maestros no supieron enseñarnos "democracia", o nosotros no alcanzamos a aprenderla. Si los docentes de la revolución consiguen disciplinar a los estudiantes de tal manera que asuman la ideología socialista como una forma de vida, se apagarán las luces de la libertad en Venezuela.
Liliana Fasciani M.
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