21 abril 2007

Prohibido disentir

En la medida en que avanza el proceso de conformación del Partido Socialista Unido, los sectores menos radicales del proceso comienzan a sentirse arrinconados.

No sólo se trata de la necesidad de mantener vivas las siglas de partidos que ya tienen una trayectoria en el país, que incluye alcaldes, gobernadores, casas de partido y cuotas de poder. Lo que más les preocupa a estos dirigentes, es que dentro de esa nueva organización habrá una estructura militar donde las órdenes no se discuten y su posición y futuro político dependerá de esa voz única.

El pecado de los voceros de Podemos y el PPT ha sido el haber pedido más democracia y la libertad de apoyar al Gobierno desde su propia estructura partidaria. Pero para el entender del Presidente eso es una traición a su persona que lo es todo.

En su reciente acto de Puente Llaguno, Chávez fue muy claro en el llamado a radicalizar la revolución. Desde allí ordenó alejarse de las ideas que proponen el consenso o que buscan acuerdos entre los venezolanos. Según sus propias palabras: "no hay caminos para el entendimiento".

Y cuando hace esas afirmaciones que se distancian de la democracia, siempre enfatiza: "yo he sido claro, que después no vengan a decir que no se los advertí".

Cuando Didalco Bolívar, Ramón Martínez e Ismael García dicen que son socialistas, "pero democráticos" marcan una distancia del líder quien ha definido un camino en donde no es posible el acuerdo, ya no con quienes han sido colocados en el bando de una supuesta "contrarrevolución" sino simplemente con quien manifieste una idea diferente a la de Hugo Chávez.

El apoyo de Podemos y el PPT al Gobierno tiene su tiempo contado, no por la voluntad de éstos, sino por que será el Presidente quien comenzará por eliminarles todo tipo de apoyo económico. Tampoco será extraño que se inicien juicios penales contra sus líderes.

Ese ha sido el castigo que han recibido, no sólo quienes están en la oposición, sino los militares que reclaman ser institucionales, sectores de la Iglesia que no le hacen coro en sus actos, sindicatos que intentan ejercer su trabajo con algo de autonomía, medios de comunicación que aún no se doblegan, empleados públicos que no se uniforman para asistir a los eventos políticos y hasta las organizaciones civiles que hacen señalamientos legítimos en defensa de los derechos humanos.

Muchos de los que saltan al bando del partido único saben que lo que está en juego es su condición económica abultada desde el Gobierno. "Aquí hay para todos" es la frase que más se escucha en los rojos concilios, siempre que hagan los que se les dice.

Francisco Olivares

folivares@eluniversal.com

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