Cuando las sociedades pierden la capacidad de asombro y engavetan su dignidad, el resultado es la anomia moral. Surge la indiferencia a la indiferencia, esa que "justifica" que toleremos cualquier afrenta sin otra reacción que agachar la cabeza y pedirle a la Santísima Trinidad, que nos agarren confesados...
¿Qué es lo que nos inmoviliza? Nuestra contumaz separación.
El psicólogo social Erich Fromm estudió cómo el sentimiento de separación genera una gran ansiedad. "La ansiedad de la separación puede canalizarse o bien de un modo creativo, mediante trabajo y relaciones productivas, o de un modo destructivo, mediante una regresión a rituales primitivos y violentos"; ergo: el desprecio, el culto a la personalidad o la indiferencia. La frustración generada en un importante sector de la colectividad, ha generado un profundo desarraigo grupal. Y la ansiedad proveniente de tal percepción de derrota y dominio, nos ha impedido reactivar nuestros afectos y compromisos.
La conformidad también actúa como consuelo y reducción de la ansiedad. Y la única forma de derrotar la congoja, es formando parte de una multitud. Aislarse es el gran error. Fromm observó que esta tendencia (reagrupación) se daba en el autoritarismo y en las dictaduras. Sin embargo, nos empeñamos en meter la cabeza como el avestruz, doblegados por la propaganda política¿ Nos hemos dejado meter miedo a cuenta de amenazas y arengas que se riñen con nuestra irreverencia social.
Los medios de comunicación pueden utilizarse como una forma de "escapismo". Pero tal "escapismo" ha degenerado en un gigantismo de la realidad, que a convertido a nuestro principal actor, en un "superhombre" invencible e indestructible.
El filósofo Roland Barthes ha descrito como surgen los mitos al dotar de significados falsos a las cosas mundanas. Si se logra persuadir a un número suficiente de personas con una campaña de imagen, ese producto deviene en norma social, y se vende. Se ha saltado por encima del análisis racional; el instinto ha vencido a la razón y el estilo ha superado la verdad. La propaganda actúa simplificando temas sociales complejos, dejando que un color o una tanqueta, atrape nuestra consciencia.
Es tiempo de racionalizar que el alarmismo es el resultado de un marketing político. Una mitificación de una revolución falsa y mundana, que ha minado nuestra virtuosidad como nación. Es sano comprender que sólo una multitud bien amalgamada, acabará con el ritualismo¿y con un proceso que sólo se nutre de terror, violencia y mentira, siendo la violencia y la ofensa, señal de debilidad frente a quienes poseen ideales.
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