05 mayo 2007

Salmo responsorial

El líder es mi pastor, nada me falta. Gracias a él, abundan empleo, seguridad, oportunidades y comida. En los verdes pastos expropiados él me hace reposar, y al agua fresca como la del Guaire me conduce. El líder es mi pastor, nada me falta.

El líder fortalece mi alma; en cada Aló Presidente, él reconforta mi espíritu con el alimento de su dulce palabra. Por el camino del bueno, por el camino de la ejemplar Cuba de Fidel Castro, me dirige por amor a su nombre. Sólo por amor a su nombre. El líder es mi pastor, nada me falta.

Aunque pase quebradas llenas de basura, aunque haya malandros y guerrilleros sueltos por doquier, no temo ningún mal, porque él está conmigo. Aunque físicamente esté en la sala de masajes del airbus, en un hotel 7 estrellas en Dubai, o expandiendo su proyecto visionario en otras latitudes, su esencia permanece con nosotros. Y sé que ante la amenaza intervencionista del Imperio, o ante un intento de golpe como el del 11 de abril, me protegerá con su vara y su bastón, aun cuando esté invocando, con lágrimas de esperanza en la bondad humana, esa gran virtud que es la piedad. El líder es mi pastor, nada me falta.

Me acompaña su bondad y su favor mientras dura mi vida y, aunque un hampón la ciegue para quitarme dos lochas o porque se le escapó un tiro, no importa, pues mientras no sea él el que muera, todo está bien. Además, la abuela Rosinés me estará esperando con un dulce de lechosa en el cielo en recompensa por mi fe, mientras esperamos su ascensión a la tierra que Zamora y Maisanta nos prometieron. El líder es mi pastor, nada me falta.

Mi mansión, mi Venezuela, será su casa por mucho, mucho tiempo, o al menos eso es lo que él cree¿ Porque, en honor a la verdad, no es mi pastor, pues sólo hay uno y no es de este mundo, ni puedo decir que gracias a él nada me falta.


Miguel Porras
El Universal

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