Esta vez la lección la están dando ellos. Maestros de la esperanza. Esa que estaba dormida en nosotros ante tantos capítulos de decepción. Sus padres y profesores nos equivocamos. Pensamos que detrás del Ipod y el reggetón no había más que el gusto natural y lógico de la rumba, cosa nada censurable y muy sabrosa por cierto. Que el fin último eran sus estudios y que su futuro se centraba en lo exclusivamente profesional. Y resulta que no. Que en su manera particular estaban procesando todo lo sucedido. Cuando llegó Chávez al poder hace ocho años eran tan sólo unos niños, pero definitivamente no pasó en vano todo lo que se ha vivido. Toda la calle, todas las marchas, todas las balas, toda la muerte, todos los cacerolazos, todos los firmazos y reafirmazos, todas las decepciones, las traiciones de ciertos líderes, toda la incertidumbre y el cavilar en familia sobre el futuro de ellos, los estamos viendo plasmados en el mural de libertad que vienen pintando desde hace una semana.
Esa "ejecución en masa", en vivo y directo, con premeditación, alevosía y ventaja de poder que vimos con el cierre de RCTV desató el monstruo dormido. Ese domingo en la noche, cuando la pantalla se fue a negro después de un Himno Nacional cantado con honor y orgullo por los "sentenciados", se "rompió algo" en el país. Todos y, sobre todo los jóvenes, sintieron que este régimen es capaz de atentar contra ese bien etéreo, pero profundamente simbólico para ellos como es "la libertad". A partir de allí los acontecimientos están en gerundio. Se dan de manera muy rápida y el gobierno no ha sabido como actuar. Las amenazas del propio caudillo contra Globovisión y el uso de la violencia excesiva los ha dejado sin discursos y sin argumentos. Lo que hay es una onda retrechera, democrática y pacífica.
Ante los llamados de confrontación que lanza el Gobierno insultando a los sectores populares cuando los pone prácticamente como unos "facinerosos" que arrasarían contra el este, lo que suenan son las cacerolas.
El Gobierno, no sabe que hacer, el viejo truco del magnicidio ahora con carga "semiótica" lo que ha hecho es darle la vuelta al mundo como un intento más de censura contra el único canal que queda dando la batalla del periodismo libre.
Los muchachos, nuestros hijos, nuestros alumnos, están inspirando a toda una colectividad a exigir sus derechos. Sus banderas, su audacia, su frescura, su claridad de objetivos, su firmeza, su pureza y su claro amor al país nos han devuelto la emoción. Mientras tanto, según las últimas encuestas, el caudillo cae en picada.
El martes pasado leímos un graffiti justo en la entrada de la universidad donde damos clases: "Todo cambió¿", decía. A lo mejor era político, a lo mejor era de amor¿ A lo mejor ahora es lo mismo.
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