Petróleos de Venezuela (Pdvsa) se está hundiendo por culpa del teniente coronel y del ministro-presidente de la empresa. Para salvarla es imprescindible resolver problemas de corrupción, de anarquía, de ineptitud y de orientación. La corrupción: aun cuando los casos de corrupción son graves, la solución puede ser a muy corto plazo. Un primer paso es la separación de los cargos de Ministro de Energía y Petróleo del de Presidente de Pdvsa, para que el mismo funcionario no se pague y se dé el vuelto. Adicionalmente es imperativo ampliar la base del accionista, para que a las asambleas de la empresa asistan los ministros de la economía y representantes de las universidades autónomas, del Colegio de Ingenieros de Venezuela y de los industriales. Desde luego, tanto la Contraloría, como la Asamblea Nacional deben ejercer un control que hoy brilla por su ausencia. Es inconcebible, por ejemplo, que el diputado Julio Moreno, presidente de la Comisión de Contraloría, declare que "Antes del 2002 Pdvsa era inauditable..., pero puedo asegurar que ahora los aspectos operativos y administrativos son controlables...". Evidentemente, ni el señor Moreno ni muchos otros están interesado en investigar la "carretilla" de pruebas, ni el maletín de dólares, relacionados con actos de corrupción. La anarquía: en cada distrito petrolero existen grupos que se disputan el poder y que se descalifican unos a otros, desconociendo frecuentemente las líneas de mando. Este problema es consecuencia de que muchos nombramientos de los gerentes obedecen a razones políticas y de amistad y se resolvería volviendo a la evaluación por méritos, la cual, con algunas fallas propias del ser humano, logró que Pdvsa fuese considerada la segunda empresa petrolera del mundo. La ineptitud: Estamos produciendo casi un millón de barriles diarios menos de la cuota OPEP y tres millones de barriles diarios menos que lo planificado por la Pdvsa gerencial. Esta caída de la producción se debe a factores tales como ausencia de planificación, escasez de recursos humanos calificados e inversión deficiente. Si los yacimientos no se manejan adecuadamente, los pozos producen cada vez menos. Sólo para mantener la producción se requiere de mucha pericia e inversión. Para aumentar la producción es necesario determinar las mejores opciones. Por ejemplo, ¿es preferible reactivar los 20.000 pozos inactivos que disponen de petróleo mediano y liviano o incrementar la explotación de petróleo pesado en la Faja del Orinoco? Para ello hay que tomar en cuenta, entre otros aspectos, que en la Faja se requiere una alta inversión y que en la misma el crudo pesado debe ser mejorado antes de refinarlo. ¿Se justifica el costoso programa de certificación de las reservas en la Faja a sabiendas de que son muy abundantes y que por amplias que sean las variaciones no hacen mayor diferencia, o es preferible intensificar la exploración en búsqueda de nuevos yacimientos de crudos livianos y medianos, los cuales tienen ventajas de refinación y, además, poseen mayores cantidades de gas asociado que actualmente es escaso, como plantea Diego González? Por otra parte, nuestras refinerías están operando a pérdida al no elaborar los productos de mayor valor agregado. Este problema de ineptitud no es de fácil solución, ya que a nivel mundial hay escasez de profesionales calificados en el área petrolera. Pdvsa aún cuenta con algunos buenos profesionales, pero por razones políticas despidió a la mayoría, que hoy no pueden trabajar ni siquiera en las empresas mixtas, por lo que muchos de ellos están empleados en el exterior. Esta situación es muy grave, ya que mientras esté en el poder el autócrata comandante, nadie podrá regresar y aunque les permitieran es casi seguro que no lo harían; además, es de prever que incluso cuando hayamos desplazado constitucionalmente al teniente coronel, un grupo importante quizá prefiera quedarse en el exterior. En cuanto a los que todavía están en el país, muchos tienen ya adquirido el derecho a la jubilación y probablemente decidan acogerse a la misma. Por ello habrá que realizar un gran esfuerzo de convencimiento para recuperar el capital humano perdido, lo cual puede lograrse si se establece un período de transición con un liderazgo que entusiasme al país. Además habrá que incentivar para que regresen a Pdvsa, como contratados por un tiempo determinado, algunos profesionales hoy jubilados y, desde luego, reconocerle los derechos laborales a los 23.000 trabajadores ilegalmente despedidos. Al mismo tiempo habrá que ser muy cuidadoso en el trato a los actuales trabajadores de la empresa, tanto los que decidieron quedarse como los nuevos empleados. Hay que sentar responsabilidad sobre las juntas directivas del 2003 en adelante y sobre algunos altos gerentes. No se pueden cometer injusticias, pero tampoco puede haber impunidad. A los nuevos empleados habrá que evaluarlos para ayudarlos a superar deficiencias y enfatizarles que pueden pertenecer al partido político de su preferencia, siempre y cuando no realicen proselitismos dentro de la empresa. ¡Mérito sí, política no!, debe ser la consigna puertas adentro. Las limitaciones financieras y de recursos humanos hacen inevitable la participación del sector privado, nacional y extranjero, en las actividades de exploración y de producción. Esta participación parece más expedita a través de convenios operativos bien controlados, que creando infinidad de empresas mixtas. En cuanto al mercado interno es necesario elevar los márgenes de comercialización de la cadena de distribución, así como el precio de la gasolina, estableciendo subsidios al transporte público. El futuro de la empresa está seriamente comprometido. Para salvarla se requiere una solución a corto plazo que tiene como requisito necesario, pero no suficiente, un cambio de gobierno, caso contrario se terminará de hundir. La ocurrencia de cambiar su misión, asignándole responsabilidades que competen a los ministerios e institutos del Estado o al sector privado, como es la creación de ocho filiales tales como Pdvsa-Hogar, Pdvsa-Desarrollo Urbano, Pdvsa-Agrícola, Pdvsa-Naval, fabricar taladros, etc., así como la venta de petróleo a crédito y pagadero en especies y la construcción de pequeñas refinerías en Latinoamérica, serán la puntilla para la empresa que otrora fue nuestro orgullo. El país y Pdvsa requieren de un cambio en el cual debemos participar todos, incluidos los que todavía creen en el "proceso", pero exceptuando al teniente coronel y a unos pocos de sus adulantes más cercanos.
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