Luego de largos ocho años de gobierno, los venezolanos nos encontramos de nuevo ante el escenario de una reforma constitucional, y nos preguntamos ¿para qué una nueva reforma? Es evidente que este intento de reforma constitucional sólo tiene un propósito: el de satisfacer el enorme e irrefrenable deseo del presidente Chávez de mantenerse en el poder de manera indefinida.
Además, esta reforma lo que busca es eliminar de un plumazo del mapa constitucional los principios de la descentralización, para así convertir a Venezuela en una gran hacienda manejada desde el más brutal centralismo que se pueda maquinar en Miraflores, dejando de manos atadas a los ciudadanos en sus municipios y parroquias, sin ningún poder de decisión en sus problemas cotidianos.
La gran pregunta que entonces debemos hacernos es si acaso el Gobierno con esta reforma estaría dándole solución a problemas tan graves como la inseguridad, los altos índices de desempleo, el déficit brutal de viviendas, la corrupción, el respeto a la propiedad privada, el respeto a la libertad de expresión, entre tantos numerosos dramas y calamidades.
No, amigo lector, esa pretendida reforma no le das más poder al pueblo, ni busca solucionar problema social alguno; todo lo contrario, le da más poder a un solo hombre, el omnipotente y aspirante a dictador Hugo Chávez. Es por esto, amigo venezolano, que debemos unirnos y luchar para impedir esta reforma que busca quitarnos la libertad de elegir y vivir en democracia. Esta reforma, este pisotón, corta de cuajo algo muy importante: la posibilidad de progreso y desarrollo para todos, pues convertirá a los ciudadanos en viles siervos de la gleba de un señor feudal trajeado de presidente democrático.
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