En este régimen que se autocalifica de "social" y en el que cada día el secuestrador de la chequera nacional regala millones de dólares a sus panas políticos internacionales, todos los contratos colectivos de los empleados públicos están vencidos, en medio de una inflación desatada. El de Pdvsa venció hace un año y la empresa se niega a una discusión seria y racional.
Con el petróleo por encima de $70 el barril, los trabajadores aspiran a un aumento diario de 23 mil bolívares, pero los milmillonarios directivos con sueldos sauditas y prácticas nada santas les están ofreciendo apenas 7 mil, equivalentes a menos de un dólar cincuenta céntimos del dislocado cambio paralelo. En vista de tanta intransigencia los sindicalistas de todos los signos, están en pie de guerra para defender las reivindicaciones laborales de los trabajadores. Por primera vez en mucho tiempo militantes del chavismo reconocen públicamente que han sido utilizados por el régimen como carne de cañón que fue útil para sacar a Pdvsa de la paralización originada por el despido genocida de más de veinte mil expertos de la industria. Muchos de esos dirigentes comentan -por ahora en voz baja- que si antes de que ocurran los cambios constitucionales que convertirán a Chávez en dueño absoluto de instituciones, personas y bienes, reciben este trato vejatorio y son llamados "desestabilizadores" solo por reclamar sus derechos laborales, qué será de ellos cuando hayan sido aprobados.
Ante amenazas públicas del ministro del Trabajo, J.R. Rivero, de "no permitir que sindicatos bolivarianos creen inestabilidad"(El Aragüeño 25-09-07) los trabajadores han arreciado sus protestas frente a las instalaciones petroleras de Oriente y Occidente. José Bodas, secretario general de Fedepetrol, denunció en Unión Radio el intento de "querer politizar y criminalizar el movimiento de protesta por los derechos legales contractuales de los petroleros". Bodas, quien se declara rojo-rojito, denuncia que "la directiva de Pdvsa y el Ministerio del Trabajo colocaron a dedo la representación de los trabajadores (¿) Nos la jugamos en abril de 2002 -añade Bodas- de modo que "no aceptamos el chantaje (¿) de que esta es una posición política o ideológica, porque a los trabajadores cuando vamos al mercado no nos preguntan qué ideología tenemos". Cada vez más chavistas se están sacudiendo el yugo de la sumisión y optan por hablar claro."Somos rojos-rojitos, pero no mansos-mansitos" declaró un dirigente sindical chavista a Unión Radio desde Anzoátegui. Y su colega Daniel García criticó abiertamente "los abusos que viene cometiendo la directiva de Pdvsa conjuntamente con el ministro del Trabajo"(¿) Todos los trabajadores estamos de brazos caídos y tomaremos el edificio de la CVP en protesta de esos abusos. No importa que nos digan guarimberos, que nos quieran chantajear, que nos quieran despedir (¿) nosotros mantendremos nuestra lucha porque tenemos suficiente moral porque en 2001 y 2002 levantamos en Oriente la refinería de Puerto La Cruz". Pocas horas después 8 trabajadores resultaron heridos a causa de la brutal represión con balas y lacrimógenas de la policía enviada por el antiguo defensor de los derechos humanos, el hoy deshumanizado gobernador Tarek W. Saab.
Las protestas gremiales se extienden: el conflicto médico ya se hizo nacional y los maestros y educadores están a punto. La Iglesia, padres y representantes no aceptan el bodrio comunistoide que los Chávez pretenden imponer en las escuelas y los estudiantes y otros grupos sociales tomarán masivamente las calles. La producción petrolera está en picada, el dólar paralelo disparado y Transparencia Internacional coloca a Venezuela como uno de los países más corruptos. En los mercados no hay leche, pollos, azúcar, ni huevos y escasean cientos de productos más. Por si fuera poco, los senadores brasileños deciden no aprobar por ahora la entrada del Infalible a Mercosur y el apoyo a su reelección eterna no llega al 30%, a pesar de las amenazas a los beneficiarios de misiones y similares.
Los tiempos están cambiando aceleradamente: hasta hace unas semanas los desestabilizadores eran los medios de comunicación y la oposición. Ahora ingresaron a esa cofradía boliburgueses y millones de trabajadores, incluidos los rojos-rojitos. Hasta Lina Ron, molesta por su destierro al Amazonas, escribe (El Nuevo País 25-09-07) que "un sector del gobierno está conspirando contra Chávez". A confesión de partes...
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