Fueron seis horas de penitente cola. Agotadora, enojosa y, en algunos casos, infructuosa (al final no todos consiguieron lo que necesitaban). Fueron seis horas de plantón. Injustificable, vejatorio y bajo un inclemente sol. Fueron seis horas, carrizo, de pusilánime resignación colectiva. Esta vez (por ahora habrá ferias cada quince días, "solidariamente" en contados puntos de la geografía nacional) fueron seis las horas de formación militante para ingresar al Megamercal con el fin de adquirir apenas un kilo, un litro o una docena de productos alimenticios indispensables, que no están, en las cantidades y variedades que deberían estar, en cuanta bodega, abasto y supermercado operan en el país.
Esto es el principio del fin. Es la transición de la democracia plural al neocomunismo sectario. Es el principio del cubanísimo racionamiento utilizando la administración (con tickets, libretas, listas y cupos) de la escasez de bienes esenciales. Es el principio de la regulación del consumo por la vía de la distribución restringida de alimentos, medicinas y otros productos a través de las redes creadas por el régimen a tal fin. Es el principio del control social de la población mediante el acceso limitado (con fines políticos-ideológicos) a esos productos y servicios. Es el principio del sometimiento de la ciudadanía a través de los grupos (consejos comunales y de trabajadores, contraloría social, reserva militar, guardia territorial, etc.) que manejan estos mercados u operativos. Esto es, en acción e intención, el fin de las libertades públicas y los derechos fundamentales. Esto es, carrizo, la instauración formal de la dictadura constitucionalizada.
La opresión-intimidación ejercida por el régimen contra la población mediante la distribución limitada y periódica de alimentos y medicinas a precios subsidiados, también con la entrega de beneficios sociales como becas, pensiones, misiones, créditos y otras dádivas, es comparable al cerco al sector económico con controles de cambio y precios. Ese garrote vil se aplica con efectos similares en otros ámbitos. Por ejemplo, para obtener empleo en la administración pública o contratar con empresas del Estado. Para ingresar a la educación abierta o recibir ciertos tratamientos médicos. Para optar a planes de financiamiento, vivienda o proyectos de empresas revolucionarias. Igualmente para tramitar documentos públicos (cédulas, pasaportes, solvencias, licencias, constancias, etc.). Por otro lado, hay quienes consideran como una estrategia de Estado la tolerancia de la criminalidad.
De estas regulaciones e imposiciones no se salva nadie. Ni personas ni sectores. El que todavía no es objeto de algún mecanismo de control lo será en su momento. Quienes se resistan serán reprimidos o sancionado hasta "entrar por el aro" revolucionario. Que no queden dudas. Las colas apenas comienzan. El racionamiento está aquí.
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