Luego de una larga y penosa enfermedad y de una agonía de nueve años, ha dejado de existir, en la sede de la Asamblea Nacional, quien fuera otrora la esperanza de América Latina y ejemplo –incluso- para la transición española.
Agredida por sus propios hijos, nacidos de sus entrañas, cayó herida de 69 puñaladas de reforma. Sólo tuvo tiempo de correr hasta la estatua de El Libertador y junto a ella se desplomó, no sin antes mirar a los ojos al diputado desconocido y pronunciar las que fueron sus últimas palabras: "¡Tú sí eres bruto, hijo mío!" Sus deudos: los partidos políticos, los sindicatos, los presos políticos detenidos por su manera de pensar, los periodistas exiliados y los que no lo están aún, los trabajadores, los empresarios al borde de la quiebra, los docentes tratados con injusticia, los médicos venezolanos llamados despectivamente "mercenarios", los militares institucionales, los obispos calificados de "miasma", los estudiantes que marchan con su 20 bajo el brazo y el pueblo –inocente de su destino– en su conjunto, invitan al velorio que se llevará a cabo en la funeraria del Consejo Nacional Electoral, donde los restos permanecerán en capilla ardiente hasta el próximo domingo 2 de diciembre cuando serán finalmente sepultados.
Democracia: Sabíamos que algo andaba mal desde que alguien dijo "juro sobre esta moribunda", pero te creíamos más fuerte. Quizá fue por eso que no hicimos por ti todo lo que era menester. Perdona nuestra indolencia. Te vamos a extrañar y también –algún día– los que hoy se convierten en tus sepultureros, cuando la ira divina se vuelva en su contra, un domingo cualquiera, por cualquier cosa.
De todos modos, creyentes como somos en la resurrección de los muertos y en la vida eterna, tenemos fe en que, más temprano que tarde, el hombre venezolano caminará por las amplias alamedas de la libertad, la tolerancia y la justicia... Ese día tú renacerás y nosotros contigo.
Se ruega no enviar flores, porque...
... Una flor se marchita, una lágrima se la lleva el viento, pero una oración por su alma la recibe Dios.
Laureano Márquez
Diario Tal Cual
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