27 mayo 2008

Tiro Fijo, salvado por la muerte

Si en vez de rendir la vida el 26 de marzo del año 2008 Manuel Marulanda se hubiera ido de este mundo 20 años antes, quizás a estas alturas la historia lo absolvería. No fue así y quien pudo haberse consagrado como símbolo de una lucha, equivocada o no, por un destino mejor para los pobres de su país, con toda seguridad no será absuelto por la historia sino todo lo contrario.

Tiro Fijo, joven campesino miembro de una familia liberal, el gran héroe de Marquetalia, el guerrillero insigne que donde ponía el ojo ponía la bala y fundador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, experimentó una ¿evolución? política que lo llevó desde el gaitanismo igualitario de los años 40, en feroz conflicto con los chulavitas conservadores durante la violencia de los 50, a la profesión de fe marxista leninista, plataforma ideológica y ética sobre la cual construyó una fuerza insurgente que hizo de la lucha de clases el método para la conquista del poder por el uso de las armas.

La injusticia social, la miseria en la cual vivían las grandes mayorías colombianas y en su caso, las campesinas, aunado todo esto al triunfo de la revolución cubana, convirtió la vieja guerrilla liberal en un movimiento impulsado por la creencia ciega en una sociedad de iguales, a la cual se habría de llegar recorriendo el camino purificador de la guerra justiciera.

Contaba, para entonces Tiro Fijo, con una considerable base social, el apoyo cubano, el oro de Moscú y una fervorosa militancia que inicialmente se nutre de jóvenes estudiantes universitarios impacientes por entrar en combate. Pero llegan los años 80, el fenómeno del narcotráfico invade todas las esferas de la vida colombiana, el muro de Berlín se derrumba, se desintegra la URSS, termina la guerra fría y la utopía queda reducida a cenizas.

Agobiado por la realidad Marulanda decide sobrevivir a toda costa y es así como una fuerza político militar, movida por la mística, se va transformando en una transnacional del narcotráfico que hace del secuestro una industria y de la extorsión un hábito.

Ya en los años 90 no había manera de ocultar los efectos perversos de la metamorfosis. Los jóvenes idealistas eran ahora mercenarios, los esforzados combatientes de antes soldados a sueldo, muchas veces reclutados de niños en los campos colombianos y la ideología una tapadera para justificar crímenes atroces como la masacre del Club del Nogal años más tarde.

Fue así como de jefe político militar de una guerrilla, Tiro Fijo pasó a convertirse en el capo de una mafia que justificaba todas las atrocidades en el nombre de una revolución que ya sabía imposible, sólo para defender un modus vivendi convertido en fuga hacia adelante. Marulanda desaparece en buena hora porque la muerte le evita la humillación de la derrota total, aunque no la tacha de haber traicionado sus principios.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

hoy nuestra madre patria Colombia se llena de recocijo, por la perdida de una de sus ovejas perdidas, que tanto daño le hizo al resto de compatriotas.
PD: La madre patria llora el haber parido semejante asesino

Unknown dijo...

Pues el Presidente Comandante de Venezuela seguro que no piensa igual... El pensará que se murió un prócer y alma caricativa sin parangón... Afortunadamente no todos los venezolanos pensamos así.

Anónimo dijo...

este monje de la caridad hay q canonizarlo,por du inigualable record de obras de maldad,crueldad,sanguinario,destierro a miles de campesinos q despojo sus tierras y utilizo para cultivos de coca,masacro a miles de colombianos,campos de concentracion y barbarie