Aquí hay más de dos guiones. La realidad y la ficción se mezclan,o mejor aún, la ficción intenta superponerse a la realidad, asfixiarla, anularla, callarla, arrinconarla con la idea de que el miedo, el hastío y la cotidianidad aplastante la pase a un segundo plano.
A la historia oscura que comienza a emerger desde Miami con un cuento que va mucho más allá del cuero fino de un maletín y que ya va por maletas llenas de dólares, compra de voluntades, malandros de cuello blanco, jefes de seguridad usados para "remendar" esos pecados del régimen, toda una telaraña de complicidades entre funcionarios y allegados negociantes cuyo fin es "lucrarse lucrando" al servir de testaferros, representantes o intermediarios, se le quiere imponer, a como dé lugar, la "espectacularidad" de un guión en el que se haga una suerte de "purga" de todo lo que estorba, entre ellos, los directores de los medios que le son incómodos al régimen.
Claro que como ya se ha inventado tanto, a estas alturas cuesta mucho ser originales& Así vemos cómo en el relato del supuesto y novísimo magnicidio, encuentran el arma con la que se pretendía atentar contra el líder. ¿Dónde? "Casualmente en el Zulia". Sí y con el dato, no menos curioso de que la persona "detenida" tenía un teléfono de Manuel Rosales ¿Nos dice esto algo? Es que se parece mucho a la historia de Catia la Mar, en el balneario donde encontraron el arma de larguísimo alcance con la que presuntamente se "planeaba" atentar contra el Comandante en Jefe. El detalle está en que nadie sabe y nadie supo qué pasó con aquella denuncia, así como poco se conoce lo que sucedió con aquellos "presuntos implicados". La etapa cumbre de ese guión está por venir y no hay que ser Madame Kalalú para prever que lo que sigue involucrará a esos "molestos" representantes de medios. Eso sin contar con el acoso continuado a periodistas por diferentes vías.
Pero más allá de estas historias de realidad y ficción está la del "hiperrealismo". La de los que están matando en nuestras calles y hasta dentro de sus propias casas, la de los olvidados, la de los excluidos, la de los utilizados. Ellos continúan a la espera de soluciones más que de "cuentos" y diatribas. Y es que "gobernar" es definitivamente menos "glamoroso" que querer reeditar la "Guerra Fría", es mucho más "aburrido" que la búsqueda de la "épica".
El régimen sabe que el tema del magnicidio "no pegó", que es muy burdo, que ni propios ni ajenos lo creen, pero lo cierto es que el asunto de la credibilidad parece importarle muy poco. Ante el "desgobierno" y la falta de gestión que defender, es el único recurso discursivo que las queda y como están más allá del bien y del mal en cuanto al "pudor democrático" no repararán en cuidarse de las costuras en hilo grueso. La estrategia es colocar allí a todo aquel que le resulte incómodo. Una nueva lista, pues.
A la historia oscura que comienza a emerger desde Miami con un cuento que va mucho más allá del cuero fino de un maletín y que ya va por maletas llenas de dólares, compra de voluntades, malandros de cuello blanco, jefes de seguridad usados para "remendar" esos pecados del régimen, toda una telaraña de complicidades entre funcionarios y allegados negociantes cuyo fin es "lucrarse lucrando" al servir de testaferros, representantes o intermediarios, se le quiere imponer, a como dé lugar, la "espectacularidad" de un guión en el que se haga una suerte de "purga" de todo lo que estorba, entre ellos, los directores de los medios que le son incómodos al régimen.
Claro que como ya se ha inventado tanto, a estas alturas cuesta mucho ser originales& Así vemos cómo en el relato del supuesto y novísimo magnicidio, encuentran el arma con la que se pretendía atentar contra el líder. ¿Dónde? "Casualmente en el Zulia". Sí y con el dato, no menos curioso de que la persona "detenida" tenía un teléfono de Manuel Rosales ¿Nos dice esto algo? Es que se parece mucho a la historia de Catia la Mar, en el balneario donde encontraron el arma de larguísimo alcance con la que presuntamente se "planeaba" atentar contra el Comandante en Jefe. El detalle está en que nadie sabe y nadie supo qué pasó con aquella denuncia, así como poco se conoce lo que sucedió con aquellos "presuntos implicados". La etapa cumbre de ese guión está por venir y no hay que ser Madame Kalalú para prever que lo que sigue involucrará a esos "molestos" representantes de medios. Eso sin contar con el acoso continuado a periodistas por diferentes vías.
Pero más allá de estas historias de realidad y ficción está la del "hiperrealismo". La de los que están matando en nuestras calles y hasta dentro de sus propias casas, la de los olvidados, la de los excluidos, la de los utilizados. Ellos continúan a la espera de soluciones más que de "cuentos" y diatribas. Y es que "gobernar" es definitivamente menos "glamoroso" que querer reeditar la "Guerra Fría", es mucho más "aburrido" que la búsqueda de la "épica".
El régimen sabe que el tema del magnicidio "no pegó", que es muy burdo, que ni propios ni ajenos lo creen, pero lo cierto es que el asunto de la credibilidad parece importarle muy poco. Ante el "desgobierno" y la falta de gestión que defender, es el único recurso discursivo que las queda y como están más allá del bien y del mal en cuanto al "pudor democrático" no repararán en cuidarse de las costuras en hilo grueso. La estrategia es colocar allí a todo aquel que le resulte incómodo. Una nueva lista, pues.
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