El miedo es un pésimo consejero, distorsiona las percepciones hasta el punto de confundir una sombra con un monstruo de mil cabezas. Por lo general estas fantasmagorías no sólo son producto de una imaginación desbordada, sino que básicamente pueden asumirse como el "reflejo interior", lo que se es pero se pretende ocultar, de lo que se piensa pero se niega. Es como el que silba en la oscuridad para espantar a la Sayona , el que grita más duro porque tiene miedo a conversar cuando no tiene la razón o el que acusa antes que hagan lo propio con él.
Así están. La sonrisita forzada, los griticos histéricos, los insultos sacados del "manual de groserías baratas marca ACME" y esa necesidad más que elocuente de querer desviar la atención lo que reflejan es una descomposición anímica y estomacal que les sobreviene cuando ven los números que comienzan a ser del dominio público. Y es que el próximo 23 de noviembre se perfila para los rojos rojitos como una fecha fatídica, la hora menguada pues. Tendrán que entregar el poder en gobernaciones y alcaldías que les son propias. Luego de diez años tendrán que ceder parte del terreno conquistado y, lo peor, es que en muchos de estos sitios eso pasará porque el Primer Ego del país se empeñó en imponer su visión por encima de los liderazgos naturales. "El no me la calo" de ajenos y propios, opositores tradicionales y pateados otrora aliados se está haciendo sentir. Van a perder en la mayoría de las gobernaciones y alcaldías. Eso ya se sabe y los tiene mal, hasta el punto de la torpeza.
Ingenuamente creen que atacando al mensajero con toda la burda fiereza de la que son capaces van a amilanar a los intermediarios de las quejas colectivas y a la sociedad misma. Han perdido tanto contacto con la gente que se olvidaron del espíritu contestón de nuestro gentilicio y apuestan a que el miedo impedirá que llegue la "hora menguada" y que el día D y la hora H del 23-N, suceda lo que ya es más que un rumor de pasillo.
Atacar a Globovisión, a Aló Ciudadano y, en particular, a Leopoldo Castillo pensando que eso provocará la autocensura del canal, del programa y del referido conductor es no conocer bien a quienes laboran en esa planta, en ese programa y, mucho menos, a su conductor.
Quien esto escribe tuvo la dicha y el honor de pertenecer a ese equipo durante casi cinco años y puedo dar fe que en el pasado situaciones similares lo que hicieron fue ratificar la firmeza democrática y ética de sus miembros.
El miedo "no fumea" por esos predios sino por otros en los cuales el susto llega a niveles astrales hasta el punto de querer perseguir a Adriana Azzi por su horóscopo de hace dos domingos.
Y es que no hay nada peor que el miedo al miedo, a las sombras de sus propias conciencias. Así están.
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