Mañana finaliza el año 2008. Con el año nuevo, concluye también un ciclo en la historia política de Venezuela. Una etapa marcada por una enorme abundancia de recursos provenientes del petróleo, que permitieron a un Gobierno, con pocos valores democráticos, controlar totalmente las instituciones del país y disponer de sus recursos al margen de controles que antes eran habituales.
Un Gobierno que ganó las elecciones en diciembre de 1998 porque la sociedad anhelaba un cambio, demostró a lo largo de diez años su incapacidad para cumplir lo que había ofrecido. Dispuso sin embargo durante ese lapso de unos 860.000 millones de dólares, que bien administrados, han debido servir para alcanzar la solución de buena parte de los problemas sociales que aquejan al país y dejarlo encaminado por un rumbo de desarrollo económico sustentable en el tiempo... ¡No fue así!
En 1998 Chávez gana las elecciones en medio de una grave crisis provocada por una caída de los precios del petróleo que fue el resultado de una aguda desaceleración económica en el sudeste asiático. A partir de 1999, los precios comenzaron a recuperarse. Aunque él afirme lo contrario, poco tuvo que ver el gobernante venezolano en aquella recuperación. Ella se debió a que el mismo derrumbe del precio de los hidrocarburos, se transformó en el principal factor que facilitó la recuperación de países tales como Tailandia, Corea del Sur, Singapur, Malasia, Hong Kong, Indonesia, Filipinas, Taiwán e incluso Japón, economías cuyo funcionamiento requiere de enormes importaciones de hidrocarburos. Al recuperarse esas naciones, se restableció la demanda petrolera y en consecuencia los precios del producto repuntaron. Contribuyó también a ese repunte -aunque en menor grado- el recorte de producción de la OPEP.
El restablecimiento de los precios y el increíble aumento que experimentaron a los largo de los años siguientes -pasaron $ 8 hasta alcanzar los $147 por barril- ha debido servir para sentar las bases de una sólida diversificación de nuestra economía, a fin de evitar en el futuro la trampa de los ciclos que por lo visto acompañan de manera inevitable al mercado petróleo.
Pero en lugar de propiciar esa diversificación en momentos en que contábamos con los recursos para hacerlo, Chávez se lanzó por el camino de una revolución cargada de populismo, cuyo ámbito de acción ni siquiera se limitó a las fronteras nacionales. Sin duda fue capaz de representar un sueño en el que muchos creyeron, porque para ello dilapidó el gobernante una abultada renta que le permitió crear una burbuja temporal de consumo. Sus seguidores creyeron que se trataba de una realidad cargada de contenido social. Era sólo una ilusión.
La dependencia con respecto al petróleo se exacerbó a niveles nunca antes conocidos. También la dependencia con respecto a las importaciones, pues el aparato productivo nacional, golpeado por las incoherencias del Socialismo del Siglo XXI, ya no es capaz de producir los bienes y sobre todo los alimentos que consumimos.
Chávez tuvo en sus manos una oportunidad excepcional. Su popularidad llegó a ser inmensa y sus opositores habían perdido el favor de la opinión pública. Ante él y ante el país se abría un futuro cargado de promesas. Pero& ahí comenzó la cadena de barbaridades que pusieron en evidencia el talante autocrático y la incapacidad del gobernante.
Se termina un año y a la vez despedimos una década que se inició en 1999 y concluye en el 2008. A lo largo de esos diez años la rueda de la fortuna ha dado un giro completo. Al concluir el ciclo de un decenio, nos encontramos que estamos peor que al principio. Se inició con una economía en crisis como consecuencia de la caída de un 30% en el precio del petróleo. Éstos repuntaron después hasta alcanzar niveles nunca antes imaginados, para ahora concluir con una caída abrupta de más de un 75% con respecto a su punto máximo en julio del presente año.
Sin duda el gobernante echará la culpa a otros. Pero eso no es verdad. La culpa es íntegramente suya, porque no supo sembrar y no quiso aprovechar los momentos de abundancia para tomar las medidas capaces de protegernos en tiempos de escasez.
Quizás pronto comience también un nuevo ciclo político. Un pueblo cargado de frustraciones y hastiado de engaños, no será capaz de soportar una crisis como la que se avecina. Los venezolanos iniciarán este nuevo año y esta nueva etapa con un sincero propósito de enmienda y dirán NO a los errores del pasado.
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