Sería irreconocible. Arrasada. Depauperada. Desesperanzada. Sería un drama inimaginable. Doloroso. Sería una visión espeluznante. Indignante. Sería una panorámica vergonzosa. Repudiable. Sería una holografía surrealista. Apocalíptica. Sería una ruina. Anacrónica. Desabastecida. Anarquizada. Agobiada. Abusada. Teñida de sangre. Plantada de cruces. Sepultada en basura. Cundida de baches. Atestada de buhoneros. Con infinidad de presos y asilados políticos. Semejaría otra Cuba. Zimbabue. Norcorea. Libia. Sudán. O cualquier otra colonia planetaria oprimida por algún tiranosaurio perpetuado en el poder.
Ese sería, en 2019, el remanente de una Venezuela que alguna vez fue (con sus carencias y defectos) una sociedad democrática, plural y tolerante, laboriosa y productiva, en vías de desarrollo, racional y respetada, con valores éticos y morales, pacífica y garante de los derechos ciudadanos, con una institucionalidad "adecuada", con una justicia "pertinente", con servicios públicos "apropiados", con una considerable y pujante clase media y con futuro y oportunidades para la mayoría.
Los despojos, en 2019, de aquella Venezuela que involucionó en "revolución" serían la consecuencia de un inviable-fracasado modelo mal llamado "socialista". De un modelo que, en la práctica, resultó ser un dechado del más arcaico capitalismo, pero de Estado, intervencionista, controlador, rentista, populista, subvencionador, botarate, ineficiente y corrupto. Concebido así con el fin de someter a la sociedad a los designios de Su Serenísima Majestad, sembrando el terror y mediante la dependencia colectiva y para todo de "papá" gobierno.
Ese será, en 2019, el legado de un proyecto político, totalitario, excluyente, militarista y centralista. Un diseño que enarbola la equidad, la incorporación y la reivindicación social pero que, en el fondo, el objetivo patológico es el control absoluto del mando, el goce y disfrute de los bienes del Estado, el acomodo de la camarilla de acólitos, el avasallamiento de la sociedad y la perpetuidad del caudillo en el poder.
¿Es esa la Venezuela que queremos, diseñada por cubanos y regida por listas perversas? ¿Polarizada, desavenida? ¿Soportaremos la exclusión y represión por pensar-opinar diferente al régimen? ¿Aceptaremos convivir con la violencia? ¿Toleraremos la anarquía? ¿Consentiremos el despojo de nuestros derechos, libertades y bienes? ¿Nos resignaremos a languidecer en tiranía?
Todo esto lo representa la reforma inoportuna y fraudulenta de la Constitución. El intento tramposo-ventajista de instaurar la reelección indefinida de gobernantes, ya rechazada por el soberano. Clarísimo está lo que seria de Venezuela con esta gavilla de forajidos, bribones, instigadores, incriminadotes, cínicos, calumniadores e incompetentes atornillados de por vida en sus respectivas sillas. No, no, no...no..!
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