Es común calificar como la "peor década de nuestra historia", lo que nos ha tocado vivir bajo este régimen. A mi juicio es una posición "limitada" por los propios tiempos sufridos. El gentil lector me dará la razón si hace memoria y recuerda intensos períodos de crisis por las que hemos atravesado. En aquel entonces pensábamos que nada peor podría suceder, hoy nos damos cuenta que estábamos equivocados. La historia se ha encargado de pasarnos factura.
Los que ayer combatimos la injusticia social, el centralismo exacerbado, la corrupción y luchamos por la independencia de poderes, nunca imaginamos que lo que pensábamos que era el remedio, fue peor que la enfermedad. El Teniente Coronel Chávez se ha encargado de demostrarle al país que siempre habrá una peor crisis a la cual someternos, siempre habrá algo más abajo para caer. Diez años en el poder y su mayor credencial es el odio, la persecución, la exclusión política y social.
En días pasados la intolerancia se paseó por la Nunciatura Apostólica, dejando una muestra del estado de impunidad en el cual nos encontramos. Todo esto porque el Vaticano le ha brindado protección al politólogo Nixon Moreno. Es así como, haciendo uso del más puro estilo hitleriano, también le tocó sufrir las consecuencias del vandalismo a la Sinagoga. Mencionamos sólo estos dos casos por ser los más representativos. No tenemos más espacio para denunciar el hostigamiento y la persecución que han tenido que soportar algunas de las autoridades legítimamente electas el pasado 23 de noviembre.
Nunca pensamos vivir algo semejante y hoy hacer memoria de lo que le han hecho a nuestra patria es francamente devastador. El régimen ha sembrado el odio entre los venezolanos, quienes hemos pasado de la cultura democrática a una especia de estado general de sospecha. La ciudadanía en ocasiones ha optado por el silencio y no precisamente en apoyo al régimen. Estos diez años tienen que marcar el inicio del fin de esta etapa.
El 15 de febrero puede significar el nuevo amanecer para nuestra república. Se acercan los tiempos de cambio. De seguro el Teniente Coronel buscará ponerse a salvo como siempre. Es posible cambiar y rectificar pensando en nuestra patria grande, nunca es tarde, pero el tiempo apremia.
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